Lado B
Agua es futuro / aQuario
Una reseña al poemario de Isis Samaniego
Por Lado B @ladobemx
24 de marzo, 2014
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Julieta Lomelí*

@julietabalver

La literatura actual, tanto académica, como de jóvenes y no tan jóvenes promesas mexicanas, se ha vuelto un asunto de mercancía, de mera estadística y justificación de presupuestos. La literatura se ha convertido, en muchos casos, una cuestión de apariencia, de cifras bajo las cuales una universidad o institución cultural justifican su existencia: “Este año, se han publicado 738 títulos, entre investigaciones académicas y literatura de nuevos creadores, con lo cual, conforme al 2013, hemos tenido un incremento editorial del 35%”… Ya saben el resto de la perorata.

Publicar para generar discursos que legitiman ciertas prácticas institucionales, con ello la literatura se convierte en stocks, en reservas embodegadas para la papelería de reciclaje. En alguna feria del libro, escuché a un profesor mío decir que le daría mucha pena ver sus investigaciones en el botadero de libros de a quince pesos: “Ni sus alumnos los leen”.

Rebelándose contra la literatura comprendida como existencias inagotables, pero referencias –anualmente- agotables para los discursos políticos, nace Ediciones Ají, un proyecto editorial independiente, conformado por Isis Samaniego y Paloma Villalobos. Sello dedicado a elaborar libros artesanales de ediciones pequeñas, que prefieren apostarle, como lo diría lsis, “a la lectura en serio, y no en serie”.

El primer libro con el que se inaugura Ediciones Ají, es un poemario escrito por Isis Samaniego, intitulado aQuario. Desde el inicio, los versos que conforman dicha obra, habrán de considerarse más allá de su contenido estético, desde su profundidad social, como una poética contestataria, que pone el énfasis en la tolerancia ante la diversidad sexual y aboga por la tradición queer como una forma auténtica de ser. Lo queer como una manera tolerante de comprender las diferencias, y rebelarse ante el abuso y la discriminación, que individuos no heterosexuales han sufrido, incluso y sorprendentemente, en nuestra moralina década.

En aQuario, Isis intenta resaltar la Q de lo queer, como un estilo de vida que se acepta con compromiso y sin culpas, sin importar que ello sea o no condenado por los demás. Lo queer no puede vivirse sufridamente y no amerita autocompasión ante el rechazo social: “Venus destruida/ sin brazos para arrullar al mundo/ para regar la tierra/ No cargues culpas/ no alimentes cuervos”.

La escritura de Samaniego es corta y redondeada. Sus versos regularmente constan de un hilo conductor que va tejiendo la misma idea desde el inicio hasta el final, entramados que en el fondo tienen un sentido trágico, pero no negativo. La tragedia de su poesía se resume en aceptar la fatalidad de las circunstancias, sin dejarse sucumbir al dolor o al pánico ante la muerte: “Las tumbas se llena de flores / no hay bosque que se les compare”.  Así, por muy triste que sea esta vida, por muy patética que siga siendo a estas alturas la moral de la mayoría, por muy trágico que resulte sufrir la violencia y la discriminación hacia nuestra identidad, siempre se habrá de “cavar hondo cavar suave cavar siempre cavar / la tumba que nos ha de contener”.

La poética de Isis, así como su personalidad, no respeta tradición alguna ni pretende encajar o incluirse en algún grupo literario regional, ya mucho ha tenido que padecer la axiología cristiana, como para atreverse a repetir el mismo error dentro de su labor creativa. Samaniego no niega su pasado, sino que toma de aquél lo mejor, o lo peor, y lo convierte en un verso contestatario, en una terapéutica vitalista de lo sufrido, en una sublimación literaria para seguir existiendo: “Amé desenfrenadamente de mi pueblo / las cúpulas de la parroquia / porque en sus repiques sabía / la hora exacta del encuentro / Y con sal curé las heridas / cuando se fue de este puerto … / Me vi palmera / sola y pasmada / con la luna riendo a mis costillas / con la noche sobre mis hombros / y el norte tocando mis bordes”.

Por un lado, la escritura para Samaniego es un acto que sublima sus fantasmas y su sexualidad, pero también, es una manera de acatar un compromiso y una retribución social. Así, en aQuario leemos el desarrollo de una poética existencial, mientras que en otros poemas, publicados por la Universidad de Huelva, vemos la otra parte de Isis, versos conducidos más hacia los conflictos sociales.

La poesía de Isis no olvida, incluso en sus versos más etéreos, tejerse desde un constante estado de rebeldía. Porque la poesía tiene que ser, dicho con sus propias palabras, “siempre subversiva, estilo desde el cual, puedo intentar lograr aunque sea una pequeña transformación de mi entorno”.

*Julieta Lomelí 1988. Es Maestra en Filosofía por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Desde hace cuatro años ha publicado en La Jornada Aguascalientes, Página 24, Milenio Puebla y en diversas revistas literarias. Si bien en la actualidad vive para escribir, se ha planteado como meta vivir de escribir y comenzar a mandar facturas.

julieta.lomeli.balver@gmail.com

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Autor Lado B
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