Lado B
Una noche con Silverio: baile, música y adrenalina
Crónica de una tocada del orgullo de Chimpancingo
Por Lado B @ladobemx
20 de febrero, 2014
Comparte

Fher Díaz

@Fher_lagarto23

Aún no tengo idea del cómo salí completo ese día. Es más, ni siquiera sé cómo carajos fue que pude salir de aquel lugar: un mar de cuerpos sudados, alcoholizados, uno que otro yonkeado, una plasta humana que inundaba el lugar. El Pulque Para Dos parecía más la sede una orgía que de un estridente concierto.

Tomada de last.fm

Tomada de last.fm

Silverio ya había salido del escenario, yo estaba mareado por culpa del alcohol que ingerí, y buscaba al amigo que me acompañó. El cabrón apareció unos minutos después con otros dos vatos que se habían hecho compas de nosotros en el mosh pit y el copeo. Quien no sale con compas nuevos, no sabe cómo pasarla en un toquín.

Con nuestros nuevos “amigos” -de quienes no recuerdo ni su cara- platicábamos de los bien que nos la habíamos pasado, pero el tema principal que verdaderamente ocupó nuestra borracha conversación fue la grotesca e innegable irreverencia del show de “Silverio: Su Majestad Imperial”. Quizás estos adjetivos se queden cortos, o quizás estoy exagerando, pero no me queda duda que esa noche quedó marcada en nuestras jóvenes vidas, acostumbradas a medio mover la cabeza en un concierto de rock.

El show empezó retrasado, abrieron dos DJ’s: primero Leona, hizo que se movieran unos cuantos, luego otro que no recuerdo como coños se hacía llamar prendió un poco más a la gente, pero todos coreaban el nombre de Silverio. Finalmente apareció el hombre de la noche, ataviado con un traje blanco, botas como de campesino, melena desparpajada, bigote corto y su panza chelera, look a la Ron Jeremy, aquél famoso actor porno de los 70’s.

El orgullo de “Chimpancingo” salió a dizque mezclar con su tornamesa su cavernaria música electro punk que incita a coger salvajemente, a mentarle la madre a su público que le devuelve la cortesía, a subirse a la mesa para poder lentamente despojarse de su elegante traje blanco, y quedarse en sus ya famosos calzones rojos.

La noche avanzaba, el mosh pit se ponía mejor pero yo lo evité porque para empezar no estaba tan pedo, hasta que de la tornamesa de Silverio salió su tema “Yepa, yepa, yepa” y fue ahí donde me arrojé a la masa de cabrones que se empujaban unos a otros, con ese tema se prende hasta el mono más aguado.

Silverio, en su desmadre cambiaba y cambiaba de ritmos mientras el público le volvía a mentar la madre:

-¿¡Qué pendejos!? ¿¡Tienen prisa o qué!?- les gritaba su Majestad Imperial ya en calzones. Cuando tocó el tema “Quémalo” una vieja que ya estaba hasta la madre se subió hasta donde Silverio mezclaba, para protagonizar junto con Silverio una escena que escandalizaría a toda la comunidad moralista existente… lo bueno es que en esa ocasión no había ningún moralista. Silverio manoseba a la chica, y la chica manoseaba a Silverio, hasta que se bajó y el genio de “Chimpancingo” se limitó a sacarse un huevo de la ya húmeda trusa por sudor.

Cuenta la leyenda que dependiendo del desmadre que eche la gente en sus shows, Silverio se saca el pene, cosa que le ha costado penalizaciones y multas en algunos lugares donde se ha presentado, pero esto le ha importado un comino y él sigue sacándose la pinga.

Nos movimos de aquél lugar, nos despedimos de los vatos que conocimos, y después de todo el desmadre y la bailada reflexioné: para ir a un concierto de Silverio hay que tener la certeza de uno puede salir de dos maneras, desmadrado o ileso, pero totalmente desfogado de las frustraciones acumuladas en el día.

Tomada de rmx.com.mx

Tomada de rmx.com.mx

La música que hace Silverio es simple, lineal, nada fuera de lo común, no sirve para reflexionar ni para cambiarle la vida a alguien, es simplemente música para bailar, para echar desmadre. Silverio no necesita de espectáculos visuales novedosos o maquinas gigantes que arrojan humo para dejar boquiabierta a la crítica mamona.

Él lo único que necesita es su tornamesa, sus excéntricos trajes, un micrófono y huevos, un chingo de huevos para hacer que lo ames o lo odies.

Comparte
Autor Lado B
Lado B
Información, noticias, investigación y profundidad, acá no somos columnistas, somos periodistas. Contamos la otra parte de la historia. Contáctanos : info@ladobe.com.mx
Suscripcion