Lado B
Interioridad posmoderna
Por Lado B @ladobemx
28 de enero, 2014
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L. C. Ramón Felipe Tecólt González

La interioridad del ser humano hoy en día está desvirtuada, ha cambiado el camino original. Conocerse a sí mismo es un consejo para todo aquel que desee ser una mejor persona, para sí y para los demás. Hacer uso de la libertad que nos fue regalada desde el momento en que nacimos supone evitar interferencias en la vida. Se necesita tener la capacidad de crear proyectos por voluntad propia, pensando en el otro.

La postmodernidad de la que habla muy a menudo la filósofa Adela Cortina, es respetar a los demás, respetar similitudes y diferencias. La globalización hace que este respeto se pierda ya que su función es igualar. El problema reside en que iguala a unos y excluye a otros, si realmente la globalización fuera poner a todo ser humano por igual, creo sería benéfica para todo ser humano en este planeta. Hay que poner en hincapié cambios interiores para poder acceder a cambios globales, o sin ir tan lejos, cambios en tu colonia, en tu cuadra, en tu estado, cambios a fin de cuentas.

Actualmente, el mundo vive una pérdida de humanidad para el otro, aunque pienso que esa pérdida de humanidad se dio desde que el mundo es mundo; esto me recuerda la secuencia de 2001 Odisea del Espacio, en donde el homo sapiens al encontrar el monolito entra en un estado de inteligencia superior (algo así como la evolución de homo habilis a homo erectus o de homo erectus a homo sapiens) y descubre que un hueso es una extensión de su cuerpo y mata a otro homo sapiens, desde el momento en que el hombre pensó en sí mismo y no en el otro se empezó a perder el humanismo de la humanidad.

Probablemente sea mejor empezar el cambio desde la exterioridad hacia la interioridad; pensar primero en el otro para poder después pensar en sí mismo. Tal vez la mala exterioridad sea la que haga imposible partir desde mi punto de vista y sea el camino de la interioridad el más corto para lograr la empresa. La postmodernidad es la capacidad para respetar las diferencias entre unos y otros seres humanos. Una de las consecuencias de la globalización es la homogeneización, pero es una homogeneización de intereses de aquellos que ostentan el poder y el conocimiento, cuando debería de ser una igualdad para todos. Más que igualdad es imposición de igualdad, una simulación, un reciclaje cultural, donde la cultura es la producción y el consumo de signos, ¿y de dónde se nos imponen dichos signos?, la respuesta es obvia, de aquellos portadores del poder y del conocimiento. Adela Cortina lo ejemplifica con la “macdonalización” del universo, la reproducción de formas de vida norteamericanas. Una necesidad de cambiar el corazón como raíz última de la transformación moral. Más que conversión del corazón es para mi gusto un cambio de mentalidad, una mentalidad positiva, respetando a los demás y sus diferencias, sin excluir. El compromiso debe de darse con los demás antes que con uno mismo.

Es lógico que la felicidad de cada persona va ligada a su contexto social y cultural, pero ¿por qué auto-limitarse?, es importante aspirar a algo mejor, en proyectos propios y no copiados de lo que nos venden los medios y de aquellos que nos cambian oro por baratijas.

El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

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