Hervey Rivera

@herveyrivera

 “He descubierto que la vida del samurai reside en la muerte”

El Camino del Samurái.

¿Puede una película conjuntar a la mafia newyorquina, una filosofía oriental,  el estilo de música hip hop y la práctica de la colombofilia?  Sí. “Ghost Dog, El Camino de Samurái” (1999) de Jim Jarmusch reúne todos esos elementos. Es una extraña y fascinante cinta que cuenta entre otras actuaciones de: Forest Whitaker, John Tormey, Cliff Gorman y Henry Silva.

Forrest Whitaker personifica a un eficiente sicario, conocido únicamente por su mentor como Ghost Dog, al servicio de una familia de la mafia de Nueva York, que cumple con las reglas del bushido, plasmadas en el libro “Hagakure” que el samurai Yamamoto Tsunetomo escribió en el Japón del siglo XVI, como un código guerrero para todos los combatientes de ese país oriental. En la película se presentan extractos de ese libro que se citan textualmente en la pantalla:

“Es importante que reprendamos y corrijamos a los demás por sus errores. Este acto, esencialmente caritativo, constituye la primera obligación del samurái”.

Un “accidente” de una integrante del jefe de la mafia precipitará los hechos y obligarán al personaje principal a tomar decisiones siguiendo religiosamente las reglas del samurái, pues él se considero uno de estos guerreros orientales, en una versión moderna.

La cinta tiene toques de ironía y humor que contrastan con la seriedad y disciplina marcial con el que el protagonista se conduce hasta el final de la cinta. Los “diálogos” que sostiene con su mejor amigo, un refugiado haitiano que no habla inglés y se conduce en francés, son de un candor inigualable.  La colombofilia –la cría de palomas mensajeras- es otro elemento que contrasta  con la personalidad de Ghost Dog. Por supuesto que las artes marciales y el uso de espadas japonesas conocidas como katanas. No obstante el asesino a sueldo utiliza armas de fuego para sus trabajos.

Así, al volante de un BMW, con música de fondo del cantante RZA, Ghost Dog, el guerrero solitario recorre las calles y practica fielmente los principios del bushido, guardando absoluta fidelidad a su mentor. “El Camino del Samurái” no es una película convencional.