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Universidades de tercera generación, ¿es lo que queremos ser?
La semana pasada estuvo en la Ibero Puebla el Dr. Carlos Arturo Gaitán de la Universidad Javeriana institución jesuita en Colombia, teniendo un intercambio académico y estableciendo lazos de colaboración y entre estas actividades presentó el libro “Universidad y sociedad: Aproximaciones críticas, tensiones y desafíos” que reúne una serie de artículos que son el resultado de las reflexiones de un seminario que lleva el título de Universidad Colombiana y Sociedad del Conocimiento en el que participan alumnos y académicos del Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas que ofrecen en la institución ya mencionada.
Por Lado B @ladobemx
27 de noviembre, 2013
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Laura Angélica Bárcenas Pozos

La semana pasada estuvo en la Ibero Puebla el Dr. Carlos Arturo Gaitán de la Universidad Javeriana institución jesuita en Colombia, teniendo un intercambio académico y estableciendo lazos de colaboración y entre estas actividades presentó el libro “Universidad y sociedad: Aproximaciones críticas, tensiones y desafíos” que reúne una serie de artículos que son el resultado de las reflexiones de un seminario que lleva el título de Universidad Colombiana y Sociedad del Conocimiento en el que participan alumnos y académicos del Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas que ofrecen en la institución ya mencionada.

El artículo que más llamó mi atención es el titulado “¿Réquiem por la Universidad?” de la autoría del jesuita Gerardo Remolina Vargas. En este el Padre Remolina da cuenta de la carta de renuncia del académico alemán, el Dr. Marius Reiser en el 2009. En esta carta Reiser manifiesta que la universidad del siglo XXI ha perdido la esencia que la había caracterizado en los últimos 200 años, para dar paso a una institución que solo capacita para el trabajo y esa esencia universitaria de la que habla este intelectual se refiere a la búsqueda de la verdad.

Reiser asegura que los acuerdos de Bolonia que se generaron a finales del siglo pasado en la Comunidad Económica Europea, ha terminado de manera tempestuosa y rápida con la belleza de la vida universitaria que le había caracterizado por dos siglos, para convertirla en una institución pragmática y no pensante que responde a los intereses económicos, que además  mantiene el status quo, mientras que una de las funciones más importantes y significativas de la universidad es la transformación de la sociedad, hacia una más justa y democrática.

De acuerdo a Reiser, los acuerdos de Bolonia están centrados en alimentar la competitividad, buscan el aseguramiento de la calidad y de la eficacia, pero desde un punto de vista más empresarial y la vida académica que había caracterizado a las instituciones de educación superior, está quedando a un lado, además asegura que el espíritu que exige la educación, que está dado por el conocimiento y el desarrollo de la inteligencia, ni se buscan, ni se aprecian por lo que son en sí mismos en este nuevo modelo.

En el mismo artículo el padre Remolina, habla de la visita que les hizo en la Javeriana, el presidente de una de las más grandes empresas de consultoría de investigación y desarrollo de gestión de los Países Bajos y quien les habló de la universidades de tercera generación, el Dr. Wissema. Este empresario, que se dedica a la evaluación y acreditación de instituciones de educación superior asegura que la universidad actual debe: favorecer la investigación básica con un carácter inter y transdisciplinar,  establecer colaboraciones en red,  generar competitividad en la calidad de sus estudiantes y académicos, dar facilidades de movilidad y creatividad a sus alumnos y profesores más brillantes, buscar las coincidencias entre disciplinas que permitan generar nuevos conocimientos útiles a la sociedad, a través de la creatividad. Sin embargo, esto coacciona a la universidad, porque establece lazos de colaboración con la industria y la investigación privada que consideran que la institución de educación superior está a su servicio por el financiamiento que le otorga.

Por esto el Padre Remolina, reflexiona que el verdadero espíritu de la universidad es el de la búsqueda de la verdad sin coacción y cita a Paul Ricoeur: “si deja de percibirse el vínculo necesario entre verdad, humanidad e investigación libre, ya no existe la idea de la universidad”. Es decir la universidad libre se caracteriza por ser siempre abierta, dinámica y creadora y considera que este carácter libre se logra a través de disciplinas como la filosofía, la literatura, la sociología, la pedagogía, es decir, las ciencias humanas; que cada vez están más ausentes de los currículos universitarios. Y piensa que la universidad debo retomar su función crítica de la sociedad evitando que se convierta en una réplica de ésta con su estrechez de mirada y cometiendo los mismos errores y defectos que la caracterizan.

Finalmente el Padre Remolina llega a la conclusión de que la universidad no solo debe instruir, sino de educar, y al mismo tiempo que forma y desarrolla un pensamiento de alto nivel en sus alumnos y académicos, ha de contribuir al progreso de la sociedad.  Para esto, asegura, la universidad debe tomar consciencia del nuevo papel que juega en la sociedad, pues al mismo tiempo que ha de conducirse como una empresa en cuanto a la calidad y la eficacia, debe seguir ejerciendo su vocación de conciencia crítica y buscadora de la verdad, siendo garante de su humanidad y constructora de una nueva sociedad.

Es por esto que los académicos universitarios debemos tener más apertura para enfrentar el papel administrativo al que hoy responden nuestras instituciones, pero al mismo tiempo, debemos defender y favorecer el desarrollo de un pensamiento crítico, creativo y ético tanto en nuestros estudiantes como en la sociedad misma.

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

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