Lado B
The Crazy Ones, o el regreso triunfal de Robin Williams
 
Por Lado B @ladobemx
27 de noviembre, 2013
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Amira George

Es común que al llegar a cierto punto en la vida de una persona la cabeza empieza a fallar, se empiezan a olvidar las cosas, uno empieza a exagerar y al final simplemente pierde la razón. Ese es el camino al que muchos vamos dirigidos.

Sin embargo, hay personas que perdieron la razón hace mucho, pero mucho tiempo, y esa locura innata los ha hecho memorables, pues sus expresiones grandilocuentes, sus múltiples voces y su facilidad para improvisar de un momento a otro los convierte en iconos de la comedia.

Aunque estos personajes igual sufren la desgracia de la edad, y en su caso, al igual que los que se vuelven seniles, pierden parte de su identidad. Se ven inmersos en papeles repetitivos y sosos que la verdad hacen olvidar un poco la grandeza de lo que fueron antes.

Eso es, hasta que alguien un poco más joven e igual de loco entra en el juego, ahí es cuando las cosas se ponen interesantes.

Esta pequeña reflexión medio bizarra sobre la locura es solo un pequeño preambulo para hablar de una serie nueva que la verdad es parte de mi terapia semanal contra el estrés: The Crazy Ones.

Toda la analogía de cómo la locura nos hace grandes y la edad nos hace pequeños era en relación a Robin Williams, ese hombre que en nuestra niñez nos dio grandes, muy grandes películas de comedia y que en los últimos años ha ido en decadencia -al menos a mi parecer-.

¿Su salvador? Nadie más que David E. Kelly, el creador de una de mis series favoritas EVER, por su irreverencia, bizarres y profundidad, la maravillosa Ally McBeal.

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Juntar estas dos mentes brillantes y zafadas da un producto de verdad disfrutable como es la serie en cuestión.

The Crazy Ones es una sitcom centrada en la historia de una firma de publicidad manejada por Simon Roberts (Williams), quien fue un genio de la publicidad hace unas décadas cuando su mente divagaba en el alcohol y las drogas, apoyado por su hija Sidney, interpretada por Sarah Michelle Gellar, quien aquí al fin da muestras de que sí sirve para algo además de matar vampiros.

Hay otros personajes interesantes en la oficina, como el atractivo Zach, quien es el discípulo número uno de Simon, y pareciera que el actor que lo interpreta lo es a su vez de Williams porque tienen una dinámica para la comedia entre los dos que pareciera una relación forjada de años; también tenemos a Lauren, la asistente de Simon cuya sexualidad y grado de inteligencia es bastante ambiguo.

Esta no es una serie para reflexionar, para buscar el sentido de la vida, para llorar o incluso para sufrir, es una serie para pasarla bien, punto. Eso y para ver a Robin Williams en todo su esplendor. En ocasiones imagino cómo se ha de filmar cada episodio, cómo ha de llegar el veterano actor al set y Kelley simplemente le dice “haz lo que quieras”; me gusta pensar que es así, porque es una formula que funciona, y funciona muy bien.

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