Lado B
Una plaza de toros con sabor a tarola, acordeon, tuba y beats
La lluvia es más intensa pero aquí se vino a bailar
Por Eric David Montero @
21 de octubre, 2013
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Foto: Eric David Montero

Foto: Eric David Montero

Eric David Montero

@ericdmontero

Esta vez la arena no se teñirá de sangre, no habrá banderilleros,  matadores, ni toros. Se trata de una noche con luces al ritmo de tecno y samples de tarola, acordeón, trompetas y tuba.

Bostich y Fusible de Nortec Collective volaron desde Tijuana para un concierto que darán en  la plaza de toros Jorge “El Ranchero Aguilar” de la ciudad de Tlaxcala, una ciudad donde  la tauromaquia  es un arte, pese a las constantes protestas en el mundo por esta práctica.

Son las 7 de la noche, los asistentes a la presentación de Bostich y Fusible ya se abarrotan afuera de la plaza. “Que así fueran a misa” dice un joven que iba de paso con un grupo de amigos. Algunos escuchan la expresión al vuelo y de inmediato la  olvidan. Esa noche ni Dios ni los toros los tiene ahí reunidos.

Poco a poco el ruedo se va llenando, todo siempre  a la vista de la torre del convento franciscano erigida en el siglo XVI; pareciera mentira, pero hay una convivencia de distintas culturas: la norteña, la taurina, la católica, el tecno y la banda, gracias a la presentación de Ramón Amezcua y Pepe Mogt.

La chifladera empieza, se apagan las luces, la torre franciscana está apaciguada, pero siempre atenta a la fiesta. De pronto una voz hace la presentación de Bostich y Fusible, y explica que esta presentación es un evento del Festival Internacional Cervantino, que este año tuvo su extensión en Tlaxcala.

Foto: Eric David Montero

Foto: Eric David Montero

Son las 8:40 y la lluvia arrecia sobre el ruedo pero eso no inmuta a los asistentes, muy pocos se cubren. Sólo esperan que los integrantes de Nortec salgan al escenario. En la pantalla central empieza el conteo regresivo desde 15, al llegar al 10 ya los asistentes corean el número correspondiente hasta llegar al cero.

Se dibujan dos sombras,  es la de Bostich y Fusible ambos de negro, el primero con un sombrero texano y el segundo con uno de copa. Suenan los primeros beats y estallan los gritos, la lluvia es más intensa pero aquí se vino a bailar, las gotas ayudan a que no se levante la polvareda en el ruedo,  y eso ya es bastante ganancia.

Junto a mí hay un hombre descalzo que no duda en bailar. Se le une otro, en el centro todos están brincando. Bostich levanta la mano para saludar  y los gritos de los seguidores estallan.

Después de 15 minutos la lluvia se disipa, para eso ya han sonado Tijuana Makes me happy, Borderland, The Clap, Akai 47, temas que muestran la madurez del colectivo. No solo es un espectáculo musical también de luces y de imágenes que se proyectan en la pantalla colocada justo al centro del escenario. Se proyecta a un hombre calvo, con la cara en la nuca volteando a ambos lados al ritmo de los samples, luego son pies, después letreros de casinos que dan cuenta de la cultura tijuanense.

Cuando toca el turno a Tengo La Voz los aplausos y lo gritos se oyen con más fuerza. En los palcos también se prenden los asistentes que disfrutan muy a su manera del concierto, bailando sin codazos o  empujones. De hecho es el mejor lugar para tomar fotografías, porque hay al menos media docena de camarógrafos.

Los que quizá tuvieron envidia fueron los que estaban agarrados de las rejas  del ex convento franciscano, ellos veían quietos todo el desmadre que se armaba en el ruedo y las luces que hacían juego con la música de Nortec, que no paró de sonar por ningún momento mientras duró el concierto, o quizá disfrutaron mejor de los sonidos por no estar tan cerca del escenario.

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Autor Lado B
Eric David Montero
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