Lado B
El carnaval del Hollywood (El ojo que llama)
El rodaje de "Bailando en la oscuridad", que más tarde cambiaría de nombre por "Pecado Original", terminaba y los técnicos y utileros se apresuraban a limpiar la calle y desmontar el desorden. Sin dejar vestigios del "Ojo del cine", los actores abandonaban la ciudad, la caravana de trailers seguía su camino, y los peatones continuábamos con nuestra rutina.
Por Lado B @ladobemx
17 de septiembre, 2013
Comparte

Aletya Serrano

@aletya

El rodaje de Bailando en la oscuridad, que más tarde cambiaría de nombre por Pecado Original, terminaba y los técnicos y utileros se apresuraban a limpiar la calle y desmontar el desorden. Sin dejar vestigios del «Ojo del cine», los actores abandonaban la ciudad, la caravana de trailers seguía su camino, y los peatones continuábamos con nuestra rutina. (Se los cuento yo, desde CINEARTE, «8 oriente 401», lugar donde Hollywood recreó las casas de la vieja Habana)

Era una mañana ensordecedora en el portal del Teatro Principal de la capital poblana. Era complicado abrirse paso y atravesar la calle que había sido asaltada por una muchedumbre de personas y vehículos estacionados, durante la filmación de una película en una vieja casona, justo al lado del Colegio de Música.

El camino era ocupado por furgones con utilería y mobiliario, y cantidad de personal que trabajaba de prisa y de un lado a otro, entre actores, directores productores, técnicos y asistentes. Los paseantes comenzaron a acercarse y a rodear la acera, y con curiosidad, algunos de los que pudimos adentrarnos en la calle pero no llegar a nuestro destino, nos sentamos a observar la función de la novedad, un poco como esos niños felices que ven llegar un desfile callejero a su ciudad, poseídos por un deseo desconocido.

«El ojo del cine», capturaba las tomas, simulando una casa que se encontraba en la isla de Cuba, entre la humedad, el fresco y la lluvia. Los actores se paseaban por la cámara con pipa y guante: sombreros, sombrillas, y ropas del siglo XIX, había escenas cargadas de encanto, sensualidad, y besos furtivos entre los protagonistas, ella posando con un aura fantasmal, y él con un aire de galán bonachón.

Los técnicos son acróbatas y magos: el asistente de operador de cámara, limpia la lente de la llovizna, mientras el operador se monta en el dolly desplazando su ojo sobre el encuadre. El utilero hace malabares con los floreros, cuadros, y muebles. Los eléctricos y asistentes cuidan de la cuerda floja de los cables y conexiones. Los encargados de vestuario y modistas emperifollan a un ejército de actores extras, y los maquillistas, polvean el rostro de los actores hasta cuando comen del bufete que les prepara una cocinera a la intemperie, en medio del pavimento.

El continuista bate la claqueta para la escena del último beso apasionado. Cuando el Director dice “corte” (al final) no hay música, y se escucha a la gente aplaudir y silbar. Entre el selecto público, hay alumnos y profesores, trabajadores de la Buap, dueños de comercios, actores extras, vendedores ambulantes, y caminantes de ocasión, que no hemos visto la película, y no sabemos si será insípida, pero hemos sido inducidos un instante ante el reflejo de la vida, el ojo ha llamado.

Columnas Anteriores

[display-posts category=»acordes-paralelos» posts_per_page=»-15″ include_date=»true» order=»DESC» orderby=»date»]

Comparte
Autor Lado B
Lado B
Información, noticias, investigación y profundidad, acá no somos columnistas, somos periodistas. Contamos la otra parte de la historia. Contáctanos : info@ladobe.com.mx
Suscripcion