Lado B
Detenido por policía municipal llevar gafas oscuras y sentarse afuera de un banco
Denuncian a policías municipales por abuso de autoridad y violación a los Derechos Humanos
Por Lado B @ladobemx
30 de julio, 2013
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El pasado 23 de mayo César E. salió a las 11 de la mañana de su domicilio. Había quedado de ver a su prima en Bulevar Atlixco y Avenida Juárez a las 11:30.

Poco antes de la hora acordada César llegó al punto de reunión. Se sentó en una banca que está sobre Bulevar Atlixco, junto al banco HSBC que se encuentra en esa esquina, a esperar. Dos o tres minutos después, como en una película de acción, se acercaron tres patrullas de la Policía Municipal a toda velocidad (unidades 376, 316 y PUH19), con la torreta prendida y alguna hasta en sentido contrario. De los vehículos bajaron cuatro oficiales que rápidamente lo cercaron.

César no tenía la menor idea de lo que estaba pasando. En su mente sólo lo relacionaba con el asesinato de Diego Chaires Reyes, el actor y ex alumno de la Udlap, ocurrido dos días antes a unas calles de ahí, en la 31 poniente y bulevar Atlixco.

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Mientras el policía Rogelio N. con placa 7296, lo encañonaba, el comandante E. le dijo violentamente que se identificara. César se negó:

–No tengo por qué identificarme, en primera a qué se debe que llegues así de esta manera, agrediendo, por qué motivo, si no cometí ningún delito, no estoy dañando a nadie, estoy en la vía pública, un artículo de la Constitución es la libertad de tránsito.

–Es que reportaron que estás con gafas en el banco.

–Ese reglamento es únicamente para cuando estás adentro de un banco, yo estoy en vía pública, en una parada de autobús, esperando a mi prima que me va a traer la invitación de su boda.

Para los policías la explicación no fue suficiente.

–No entorpezcas nuestro trabajo, coopera con nosotros, danos tu nombre. ¿Qué haces aquí?

–Estoy esperando a una prima.

No le creyeron. Insistían en que les diera su nombre, fecha de nacimiento y su domicilio o le iría “como en feria”.

Entonces llegó su prima quien, asustada y aún a bordo de su camioneta, preguntó qué estaba pasando. Alrededor de los policías ya se había juntado mucha gente a curiosear.

–No pasa nada. Ahora resulta que es un delito estar esperando a una persona, porque llevaba tres minutos parado aquí y eso ya me hizo sospechoso.

Su prima confirmó a los policías que habían acordado que ella pasaría a ese lugar 11:30 para entregarle una invitación. César trabaja a tres calles de ahí, por lo que resultaba muy sencillo para ambos verse en esa esquina.

Cuando él intentó acercarse a la camioneta de su prima para recibir la invitación, el policía con la placa 7269, que todo el tiempo se mostró muy agresivo, le esposó las manos por atrás y se las levantó para someterlo.

–Esto es un abuso de autoridad –reclamó César- yo no he hecho nada, no tendría por qué estar esposado, me estás privando de mi libertad.

–Cállate, yo soy la autoridad y te vas a ir detenido por entorpecer nuestro trabajo.

–¿En qué momento estoy entorpeciendo tu trabajo, por no querer darte mi nombre?

Las súplicas de César y de su prima, a quien le simplemente le dijeron “usted no se meta”, no sirvieron de nada, los policías lo subieron a la patrulla PUH19 para llevarlo al Juzgado Calificador.

Durante el trayecto los policías iban comiendo, le subían al volumen del estéreo y se iban burlando de César a quien le decían que lo iban a hacer hablar.

Cuando vieron que el joven comenzó a llorar las amenazas aumentaron.

–Hijo de tu puta madre, deja de estar chillando, ¿vas a hablar o qué?

–No sean inhumanos, esto es un abuso de autoridad, quítame las esposas, me están lastimando –pedía César.

–No te vamos a quitar ni madres –se burlaba.

–Jálalo, jálalo al hijo de la chingada, lo vamos a hacer hablar al puto.

–No he hecho nada –insistía César.

–Lo vamos a hacer hablar a este puto. ¿Nos vas a decir tu nombre? Me lo está pidiendo el comandante.

–No tengo por qué decírtelo.

–¿Ah, no?, dale un chingadazo.

–¡Me llamo César E. (se omiten los apellidos) ¿qué quieren de mí? No estoy haciendo nada!

–¿No que no hablabas pinche mudito, no que no hablabas hijo de tu puta madre?

–¿Qué más quieres?, estás abusando de tu autoridad, estás cayendo en un delito, ustedes sí son unos delincuentes.

Empezó a sonar el celular de César y se lo quitaron.

–Es mi esposa –explicó-, acaba de tener un bebé no quiero que la vayas a alterar.

–A mí me vale madres quién te llame.

A la tercera llamada, el policía de placa 7296 subió el volumen de la música, contestó y comenzó a gritar: “te va a cargar la verga hijo de la chingada, te tenemos secuestrado”. Al mismo tiempo, César gritaba también: “mi amor no hagas caso, estoy bien, no hagas caso, en un momento te hablo”.

En seguida cortó la llamada pero el teléfono siguió sonando.

Llegando a la Comisaría Sur (117 Oriente, Los Héroes), el policía 7296 le dijo a la médico legista “no tiene nada”, y ésta no lo revisó. Después le diría al juez que César se negó.

El juez calificador le pidió que se calmara y ordenó que le quitaran las esposas. De inmediato lo puso en libertad al considerar que no era responsable de la falta administrativa que se le imputaba: entorpecimiento del trabajo policial. Finalmente le ofreció disculpas “esto pasa todos los días”.

Ese mismo día César puso una queja en la Comisión de Derechos Humanos (Folio 6220-2013-I) y al día siguiente en la Dirección de Asuntos Internos de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal (SSPyTM).

Así las quejas

A sendas solicitudes de información hechas a la SSPyTM, Procuraduría General de Justicia (PGJ) y Secretaría de Seguridad Pública (SSP), las dependencias dieron a conocer el número de quejas por abuso de autoridad que tienen registradas contra sus elementos.

Año
Dependencia 2011 2012 2013
PGJ 1048 1028 248  (hasta abril)
SSP 24 4   13   (hasta mayo)
SSPyTM 84 21    4    (hasta junio)

 De acuerdo con el estudio “La cifra negra de la delincuencia en México”, realizado en el año 2000, el delito de abuso de autoridad se reporta en un 7.1 por ciento a nivel nacional. Ese mismo documento da cuenta de que al menos en el 67.7 por ciento de los casos, los delitos no se denuncian.

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