Lado B
Bates Motel y la violación del onceavo mandamiento
 
Por Lado B @ladobemx
24 de julio, 2013
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Amira George

Todos nos aprovechamos de nuestro nombre o condición para sacar algo. El apellido de papi nos puede dejar entrar a muchos lugares. La charola de periodista nos puede salvar de infracciones de tránsito. Corrupción, agandalle o lo que sea, es como una mentirilla blanca que decimos sin mayores consecuencias.

Pero bien lo dicen los mandamientos de la Biblia, sólo que en la versión sin editar por los mochos: No usarás el nombre Hitchcock en vano.

El remake es la herramienta más empleada por Hollywood cuando no hay ideas nuevas para explotar en el cine, a veces bueno, a veces malo, pero ya es hasta una tradición.

Hace unos años la tendencia se pasó a la televisión, surgiendo ejercicios buenos como The Sarah Connor Chronicles (inspirada en Terminator), Hannibal (de la cual ya hablé en una ocasión anterior y que amo con locura extrema), o Mockingbird Lane (un piloto de una hora en la que se trae a la época actual a la familia Munster).

Pero hay casos en los que sólo se toma un nombre de algo considerado de culto sólo para poder vender. En este caso Bates Motel.

Aquí debo aclarar que esta serie de verdad dividió a mi geek girl interior, porque mientras que por un lado me sentí ofendida de esta “reimaginación” de Psycho, por el otro la serie es una buena historia de suspenso, con un poco de mother issues entremezclados.

Primero lo malo: Norman Bates es un personaje clásico del cine, sencillo, retorcido y perfecto. En esta serie nos lo presentan adolescente, hormonal, torpe y, claro, con un iPhone. Eso si, no puedo negar que a Freddie Highmore le quedó muy bien el personaje; ese pequeño niño que vimos luchando por el boleto dorado de Charlie and The Chocolate Factory hace un buen psicópata-hijo de mami reprimido.

La historia se desarrolla en un pequeño pueblo en el que, como siempre, todos tienen secretos, el cual es que todos están metidos con la venta de drogas. Policías corruptos, peleas de bandas, un poco de clichés sobre clichés en este sentido.

De la historia original de Hitchcock se ve poco, pequeños esbozos rodeados de pubertos que se quieren quitar la ropa unos a otros. El pobre gordo se ha de retorcer en su tumba.

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Ahora lo bueno: para los que conocen bien la historia de Psycho hay ciertas frases o guiños que hacen soltar pequeñas risas, como Norman diciéndole a su mamá en el primer capítulo “No podría vivir en un mundo en el que no estuvieras”. Cierto, muy cierto.

La historia en sí, que se divide en dos partes a lo largo de los 10 capítulos de la primera temporada, está bien estructurada a mi pensar, claro con un par de hoyos y cosas que no vienen mucho al caso, pero si te deja picada intentando destrabar el misterio que rodea el pueblo.

Al igual que el personaje de Norman, la mamá, Norma (sí, Norman y Norma) también es bueno si lo vemos como una cosa aislada y no en el universo del que fue tomado. Posesiva, agresiva, oscura a ratos.

Con sus cosas buenas y sus cosas malas, y sus insultos al universo de Hitchcock sólo puedo decir esto: si lo que quieres es ver una buena serie de suspenso, breve para no sufrir tanto, pero que te haga disfrutar cada minuto y si en tu vida has visto ni la versión de los sesentas ni la de los noventas de Psycho, esta es una excelente opción.

Ahora, si eres como yo, que esperabas una versión moderna de la película clásica con detalles modernos, una reimaginación apegada a la historia original, mejor lee un libro.

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Autor Lado B
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