Lado B
Aterrorizando al enemigo
Entrevista a la pornoterrorista Diana J. Torres
Por Lado B @ladobemx
05 de julio, 2013
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Ámbar Barrera

@Dra_Caos

Diana J. Torres, madrileña de 32 años, es pornoterrorista.

El pornoterrorismo es el nombre que define su trabajo artístico e incluso su modo de vida: es una respuesta ante la opresión de las instituciones sobre la sexualidad. Contrario a la pornografía comercial, el pornoterrorismo es artístico-político, se hace en vivo y en lugares públicos, muestra prácticas sexuales reales que, incluso en la pornografía comercial, aún están rodeadas de tabú y censura, como el fisting (la introducción total de un puño en una vagina), el sadomasoquismo o la eyaculación femenina. Todo en un performance con poesía, proyecciones audiovisuales de contenido violento salido de los medios de comunicación y cargado con un discurso político directo, chocante y estremecedor.

Actualmente Diana se encuentra en la Ciudad de México y concedió una entrevista vía correo electrónico para Reversible.

“Soy mujer, soy marimacho, soy punk, soy bastante puta. Personas como yo, abiertamente antisistema, vivimos en una constante represión porque todo lo que nos gusta o creemos que debemos hacer está prohibido o es censurable por la mayor parte de los seres que nos rodean”.

Para Diana, dentro y fuera del escenario hay una lucha política permanente.

“Para mí, mi trabajo es mi vida y viceversa, de modo que casi siempre estoy disfrutando con lo que hago. No tengo esa idea de que la lucha es sacrificio, nunca ‘sacrificaría’ mi felicidad por ninguna razón”.

Diana se considera a sí misma una persona tímida fuera del escenario. Dentro de las actividades que hace de forma no pública le gusta mucho el sexo, el cine, escribir poesía, estar en bares y beber cerveza, viajar, la música, transformar las cosas con sus manos (como lo hizo con la habitación que ocupa en DF), y estar rodeada de personas que la escuchen, le compartan su conocimiento y enriquezcan su vida.

“Pero todas estas cosas son algo que me nutre, que me carga las pilas para lo que sí hago de forma pública”.

Foto: David Rodríguez | Cortesía

Foto: David Rodríguez | Cortesía

–En tu blog compartes un manifiesto pornoterrorista donde hablas de microterrorismos cotidianos ¿Cuáles pueden ser esos?

–Cualquier cosa que incluyamos en nuestra vida cotidiana por placer y porque nos gusta y que no sea algo adecuado para la sociedad normativa, que sea algo que el sistema preferiría que no hiciéramos. Por suerte vivimos en un estado tal de represión y de control que prácticamente cualquier cosa puede ser un microterrorismo cotidiano. Desde masturbarnos hasta salir a tender la ropa encueradxs. Así de sencillo.

–En ese mismo manifiesto pornoterrorista mencionas como enemigos a la Iglesia o el estado y que uno mismo puede ser el enemigo. ¿Alguna vez has sido tu propia enemiga?

–Sí, yo no estoy libre de mierdas propias, el trabajo es localizarlas y destruirlas, eliminarlas. Nadie, ni la persona más noble y honrada, debería nunca bajar la guardia con temas como el ego, la propiedad, la autocensura, los prejuicios, los miedos absurdos, y en general esas cosas que si no nos las trabajamos pueden llegar a convertirnos en auténticxs imbéciles, aunque seamos buena gente de fondo.

En 2011 salió a la venta el primer libro de Diana: Pornoterrorismo (Editorial Txalaparta), donde sale desnuda en la portada, con un pasamontañas y sosteniendo una granada. Es un libro catalogado por ella misma como autobiográfico, escrito “por los monstruos para los monstruos” en un lenguaje no académico. Se prevé que su segundo libro esté listo el próximo año.

“Es algo muy simple, menos autobiográfico que el primero y más autocrítico, se trata de una ética para monstruxs, se titula Ética degenerada. Considero que uno de los virus más importantes que han contraído algunos movimientos como el anarkofeminismo o la lucha queer es la carencia de ética, la carencia de unos principios básicos de solidaridad y de conciencia de lucha. Es un virus que destruye desde dentro y que ya ha acabado con un buen número de colectivos, sobre todo en Europa, que estaban llevando a cabo luchas muy importantes y que se han visto metidos en problemas internos de suficiente gravedad como para disolverlos. Igualmente estoy planeando escribir este verano un manual de eyaculación para coños, que espero que esté en la calle para diciembre de 2013”.

En mayo Diana realizó su primer performance en la Ciudad de México en el espacio de arte Ex Teresa a lado de los pornoterroristas Idoia Millán (País Vasco) y Felipe Osornio alias Lechedevirgen Trimegisto (México).

“Fue el primero de muchos aspectos, no sólo por ser la primera en México sino también por ser la primera que hacía en colaboración total con otras dos personas. Fue muy especial y me sentí muy bien. No podría hablar de diferencias con otras performances en otros contextos porque para mí cada intervención es única, hay muchísimas diferencias, que dependen de varios factores como el espacio, el público, mi estado de ánimo, mi estado hormonal, etcétera. Había unas 300 personas, se trataba de un ritual colectivo de transformación, la capilla del Ex Teresa es un espacio imponente y con una acústica perfecta, las personas asistentes estuvieron bien dispuestas a la participación. Fue bello”.

Diana también participó recientemente dando talleres, pláticas y colaborando en otras actividades relacionadas al pornoterrorismo y anarkofeminismo en la ciudad de Querétaro.

“Acabo de llegar a esta ciudad, aún no tengo mucha información ni sentimientos acerca de ella. Creo que me gusta porque es bonita y yo no estoy libre de ese embelesamiento bobo que nos da a veces a lxs humanxs con la belleza, pero ya me han contado que es uno de los bastiones del Opus Dei, noté que hay una iglesia en cada esquina, lo cual me excita y me enfada a partes iguales.

De momento tanto en la charla que di como en los talleres hay bastante asistencia e interés, aunque ya me contaron (una cosa que no me gusta: su afición por el chismorreo y su carencia de valentía para decir las cosas a la cara)* que algunas personas se sintieron ofendidas por mis palabras en la charla que di sobre ética anarkofeminista, aunque mientras esas personas no vengan a mí a manifestarme sus incomodidades en persona es como si no existieran. En general a la gente le gusta lo que propongo, y así me lo han manifestado hasta ahora”.

*Las notas entre paréntesis son de la entrevistada.

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