Los fieles de la Niña Blanca (III) • LADO B

Los fieles de la Niña Blanca (III)

Una mirada, por entregas, a quienes sin abandonar su fe católica tambien rinden culto a la Santa Muerte

15 de abril, 2013

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Esta es la tercer entrega de la serie de fotografías de fieles de la Santa Muerte en Puebla. Las personas aquí retratadas son residentes poblanos y acuden de manera periodica a los diversos altares, iglesias y santuarios de la también llamada Niña Blanca.

Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

Aranzazú Ayala Martínez – Periodista

“Si no nos pasa nada, Santa Muerte, te juro que te pongo un altar”, pensó Aranzazú en silencio mientras trataba, junto con un par de amigos, de perderse de una camioneta que los seguía después de una protesta en la que sumergieron la bandera mexicana en sangre de cerdo. Y le cumplió.

Los granaderos empezaron a llegar al lugar de la manifestación, así que ella y sus amigos decidieron irse. Uno de ellos manejaba el auto. Apenas empezaba a oscurecer pero lograron confundirse entre los demás coches. Después no pasó nada. Perdieron de vista a la camioneta cuando se metieron en una calle de las que cruzan la avenida Juárez de Puebla. Aunque después intervinieron su teléfono y tuvo que dar de baja sus cuentas en redes sociales.

Aránzazu tiene 23 años, es polaca por parte materna y licenciada en Letras por una prestigiada universidad privada del estado de Puebla, pero se dedica al periodismo, es miembro de Amnistía Internacional y simpatiza con cualquier causa justa.

Desde el día de la protesta en junio de 2011, Aranzazú se volvió oficialmente devota de la Santa Muerte. Antes de eso, sus acercamientos se limitaban a un documental que había visto sobre el culto y lo que uno de sus amigos le había contado.

La casa donde vive Aranzazú con su mamá está en Cholula, una ciudad pequeña a 20 minutos del centro de Puebla. Es un fraccionamiento privado y silencioso, donde cada casa tiene un jardín al frente y cochera. Es ahí, en su habitación, frente a su cama y al lado de una ventana que ilumina el lugar, donde le dedicó un espacio a la Santa: un pequeño altar que comparte espacio con películas y libros, adornado con flores de colores, cigarros, calaveras de azúcar y papel picado.

Intentó ser judía como algunos de sus familiares maternos, pero es católica como su familia paterna. El culto a la muerte le parece lógico, además de muy parecido a la celebración del Día de Muertos en México. Lamenta que a pesar de eso los devotos han sido blanco de etiquetas negativas como las que actualmente se ponen también a algunos fieles jóvenes de San Judas Tadeo, llamados coloquialmente “Chacas”, que son marginados por la sociedad, especialmente en el Distrito Federal y que en ocasiones han sido vinculados a actividades delictivas.

-Puede haber el güey más chaca y asesino que cree en la Guadalupana y se va hincado a la villa y se va corriendo desde Chihuahua cargando la antorcha, y a él nadie lo va a criticar porque va a ver a la Guadalupana. Pero no vaya a ser que tenga un altar de la Santa Muerte y trabajes en la plaza de la computación porque entonces ya eres un chaca, que seguramente asaltas, que seguramente vendes droga, igual y sí, igual y no, pero por qué la gente tiene esa idea.

Ara le promete nada a la Santa, pero le pide que la ayude en cosas simples y antes de recibir el favor solicitado pone pequeñas ofrendas, principalmente cigarros, flores y veladoras.

–Nunca le he pedido cosas muy acá… Pero luego sí he pedido como cuando me da miedo que me corran de la chamba, así como “por favor que no me corran” o que no me pase nada.

Hasta ahora casi todo lo que ha pedido se le ha concedido, sólo en un par de veces no le ha ayudado.