Lado B
El camino para la paz
Eduquemos para promover este anhelo de paz, convenzamos a los jóvenes desesperanzados de que la paz es el camino.
Por Lado B @ladobemx
05 de diciembre, 2012
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“No hay camino para la paz, la paz es el camino”

Mahatma Gandhi

1.-El camino para la paz.

Son las diez de la mañana del sábado primero de diciembre. A lo largo de la Avenida Juárez, justo enfrente de la Alameda Central de la ciudad de México ha quedado instalado el memorial por las víctimas de la violencia que los grupos del movimiento “Bordados por la paz” han instalado desde las 7:30 de la mañana a ambos lados de la ancha banqueta, partiendo de la puerta del complejo de la Secretaría de Relaciones Exteriores, justamente en el exterior del Museo Memoria y Tolerancia, como una bella coincidencia simbólica.

Pañuelos blancos bordados por personas de distintas partes de México y de otros países como Francia, Japón, Canadá y Argentina –de donde ha venido un grupo a participar en este día- forman una especie de valla blanca ante la que se detienen los transeúntes a mirar, a leer los casos de los muertos por la violencia en estos seis años –bordados en rojo- y de los desaparecidos de esta guerra contra el crimen organizado –bordadas en hilo verde- emprendida por el gobierno federal saliente.

El memorial se expone justamente hoy para enviar un mensaje de inconformidad ciudadana, un grito silencioso de rebelión contra la muerte y la violencia, una apuesta por la paz, una contribución al camino para la paz en este país tan dañado por la violencia y la muerte.

Todo transcurre con aparente normalidad. Hacia las once de la mañana empieza a pasar por la calle, del centro hacia el monumento a la revolución, una marcha de protesta contra los gobiernos saliente y entrante, contra lo que se menciona en altavoces como el proceso de empobrecimiento de un sistema económico mundial injusto al que los manifestantes afirman están sometidos los gobiernos nacionales. Dos carros de sonido con discursos, algunas pancartas, de vez en vez el grito a coro de una consigna, es decir, lo propio, natural y deseable en un país democrático y civilizado como el que aspiramos ser.

Se nos dice que hay rumores de que “los de San Lázaro” vienen hacia acá. El acuerdo entre los bordadores de Puebla es meterse en el área del museo en caso de que algo pase, aunque hay confianza en que nada va a suceder.

2.-El triunfo de la violencia.

Siguen pasando contingentes de la marcha, es una manifestación muy nutrida. Pau propone ir por un café. La acompaño junto con Daniela que con sus once años ha sido una entusiasta participante del movimiento de bordados en Puebla.

Vamos por el café,  caminamos primero hacia el rumbo del hotel Hilton buscando una cafetería muy original que Pau conoce y quiere que probemos, no la encontramos. Regresamos hacia el otro lado, rumbo a Bellas Artes. En el camino nos preguntan en un tono un poco nervioso si sabemos dónde está Mariana –que ha ido a la marcha del movimiento #másde131 en San Lázaro-, respondemos que no sabemos, que parece que llamó para decir que vendría al rato y continuamos nuestro camino hacia un café de cadena extranjera que está como a media cuadra. Entramos y ordenamos justo después de Denisse Dresser que está ahí con dos estudiantes del ITAM a los que Pau conoce. Los saluda y le dicen que van a un evento al museo Memoria y Tolerancia. Están entregándonos nuestras bebidas cuando se siente inquietud en el ambiente. Los empleados nos dicen que nos hagamos a un lado para mover unos muebles y cierran la cortina que da hacia la calle. Uno de ellos comenta: “Ya lo sabemos, en estas marchas después de los zombies hay que cerrar porque la cosa se pone gruesa”. No entendemos pero empiezan a cerrar del otro lado y de pronto inicia el cierre de la cortina principal de la plaza.

Todo es incertidumbre en el lugar y se escuchan detonaciones afuera, golpes, ruido de cristales que se rompen. Nos dicen que están enfrentándose los granaderos con grupos radicales que protestan. Algo se ve por una parte de la cortina que es como una especie de ventana enrejada. Pasan los minutos y los ruidos no cesan. De vez en cuando se ve que la gente vuelve a caminar normalmente por la Alameda, pero inmediatamente se vuelve a ver a la multitud corriendo de un lado para otro.

De tanto en tanto alguien dice que quiere salir y desde la cortina le gritan al único vigilante de la plaza que abra la cortina. La sube un poco, la gente agachada sale y se vuelve a cerrar. En uno de estos episodios veo que quienes van a salir son cuatro jóvenes que tienen el rostro cubierto, mochilas a sus espaldas y dos de ellos llevan toletes como los de la policía escondidos bajo su sudadera, en la espalda. Salen en actitud de volver a la pelea después de haber tomado un respiro.

Llega el momento en que el enfrentamiento es justo afuera de la plaza, pegados a la cortina los granaderos formados se cubren con sus escudos y les llueven piedras, botellas, tubos, etc. Esos minutos parecen horas. No sabemos cuánto más va a tardar esto.

Por fin los granaderos logran replegar a los violentos. Vemos un tuit que dice que los han replegado a la altura del Hemiciclo a Juárez. Pasan más minutos larguísimos. Nosotros seguimos en la escalera entre el primero y segundo piso a donde hemos subido cuando el enfrentamiento estaba frente a la entrada.

Finalmente, después de algo así como cuarenta y cinco minutos, nos dicen que ya pasó todo y que han abierto la cortina. Me comunico con Gaby que está en el Museo con el grupo de bordadores. Me dice que nos veamos en el hotel que está cerca. Ellos van a recoger los pañuelos que se han podido recuperar porque alguien logró romper las cuerdas y tirar al piso todos y posteriormente ir enredando todos. Cuando se pudo, se los fueron pasando por la reja a los bordadores que estaban dentro de la explanada del museo.

Ya en el hotel todos cuentan su experiencia. Me llama la atención el detalle que relatan sobre la destrucción del Wings y la forma violenta en que entraron los jóvenes encapuchados, de qué manera trataron de calmarlos porque había mujeres y niños adentro, la forma en que sacaron sillas de ahí para quemarlas en la calle. Me impacta también la historia de uno de los violentos que entró a la explanada porque lo jalaron cuando cayó al piso y que llevaba su mochila llena de bombas molotov, petardos y todo tipo de artefactos para la destrucción.

En el lobby del hotel los bordadores desenredan y separan los pañuelos que lograron rescatarse. No se sabe qué porcentaje se salvó. Muchos de ellos están pisoteados y otros manchados de sangre. Una alegoría del triunfo de la violencia. El memorial de paz fue destruido, las voces de hilo y aguja fueron acalladas.

3.-La paz es el camino.

El resultado de este triunfo de la violencia sobre la paz puede ser la desesperanza y la inmovilidad. Resulta muy triste ver otra muestra de la forma en que un pequeño grupo de violentos pueden dominar la realidad y silenciar la expresión de muchos, impedir la acción de la mayoría, hacernos vivir encerrados en la evasión.

Sin embargo, precisamente por esta necia realidad de violencia en la que muchos grupos siguen viviendo: unos porque el crimen es su modus vivendi, otros porque piensan que la única vía para el cambio social es la de la violencia y algunos más simplemente porque encuentran ahí la forma de canalizar su resentimiento y odio social, se hace necesaria la reflexión y la acción que refuerce la cultura de la paz.

Porque no hay camino para la paz, porque la paz es el camino, un camino más largo, menos transitado y popular pero más efectivo en el largo plazo porque la violencia crea más problemas de los que intenta resolver.

En el lobby del hotel los bordadores separan y desenredan los pañuelos que lograron rescatarse. Muchos de ellos están pisoteados o manchados de sangre, pero están ahí y serán exhibidos como una muestra de que aunque la violencia estalle y nos invada momentáneamente, el deseo de paz, el compromiso por la paz, la apuesta por la paz sigue ahí, seguirá ahí, como un signo de rebeldía frente a la deshumanización imperante.

Eduquemos para promover este anhelo de paz, convenzamos a los jóvenes desesperanzados de que la paz es el camino.

*Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Ha hecho dos estancias postdoctorales como Lonergan Fellow en el Lonergan Institute de Boston College (1997-1998 y 2006-2007) y publicado dieciocho libros, cuarenta artículos y siete capítulos de libros. Actualmente es académico de tiempo completo en el doctorado en Pedagogía de la UPAEP. Fue coordinador del doctorado interinstitucional en Educación en la UIA Puebla (2007-2012) donde trabajó como académico de tiempo completo de 1988 a 2012 y sigue participando como tutor en el doctorado interinstitucional en Educación. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 1), del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores que actualmente preside (2011-2014), de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación y de la International Network of Philosophers of Education. Trabaja en las líneas de filosofía humanista y Educación, Ética profesional y “Sujetos y procesos educativos”.

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