Alejandra Sandoval

@ZoilaRinhones

El adicto al trabajo en una dependencia gubernamental es un despropósito. Siempre existe esta persona dentro del departamento que quiere dar más, quiere mostrar más su trabajo y que siempre está ahí. Lo sé. Yo soy una de esas personas. Sin embargo, acepto que depende más de la educación recibida en casa que en una cultura organizacional. Nadie reconoce o asciende al que más trabaja, menos dentro de una estructura donde los compadrazgos y los recomendados siempre tendrán prioridad. Pero esta raza extraña de ansiosos existimos y uno de nuestros propósitos dentro de la organización es quejarnos por esta inequidad laboral.

Los trabajadores que podemos estar terminando un proyecto un viernes en la noche o dos horas más tarde de nuestra hora de salida somos raros. O bueno, así nos ven ustedes, corazones. Los compañeritos del departamento, como ya les había chismeado, ya habían iniciado una ofensiva bárbara e investigaciones laborales por supuesto espionaje, terrorismo gubernamental, libertinaje en las labores de oficina, mala práctica de la holgazanería godinez. Linchados y quemados en leña verde, esta rarita y otros compañeritos, habíamos quedado marcados con letras escarlata. “¡Cuidado, ellos trabajan! De seguro quieren tu puesto, el de tu jefe y el del Señor Secretario General de la Sección Equis del Sindicato Nacional de Trabajadores Godinez – se pronuncia ‘senteg’-. Pon atención y cuídate de ellos. ¡No los dejes trabajar!”

Pero “la ansia” es loca. El hambre canija y el celo profesional ataca por las noches. Entonces, como buenos adictos, llega el síndrome de abstinencia unas dos semanas después acompañado del fin del sexenio y de la era maya. Yo siempre he dicho: cuando no ponen el talento de algunos a trabajar, éste busca cómo manifestarse.

Aquí la clave, godinez de mi vida, para sortear la congeladora y los vapores sexenales: sean todo menos godinez. Trabajen como freelance, lleven su trabajo directamente a quien lo palomea y que les valga gorra todo lo demás. Los Godinez, durante los próximos meses, estarán ocupados en ver con quién quedan bien, con quién hablan, con quién se reúnen; sacando cuentas de cuánto les duraría su liquidación y cuánto pueden disponer de su fondo de ahorro. En cambio, un freelance está a las vivas para que le paguen su siguiente proyecto. Aventajen, mijos. No todo en la vida trae niveles y ascensos de trabajo inmediatos. Aventajen a los desgraciados godinez que los grillan, que los envidian.

Lleguen antes que la competencia, entreguen a tiempo y váyanse antes que los demás. Que si se van a arder o decir de ustedes hasta de lo que se van a morir; eso no nos importa. Que ya entraron con el jefe a decir que ustedes son la encarnación de anticristo: que se les resbale. Lo dicen de todos y en todos los aspectos de sus lamentables vidas. En tres meses, si es que son godinez de gobierno, ya ni verán a muchas de las comadres que ahora los critican.

Trabajen como freelance. Como si su próxima paga dependiera de lo que hacen en este momento. No se detengan a escuchar a los grillos. Hagan Revolución.

Ando inspirada, mis amores. Es que ya mero pagan el aguinaldo.

* Las personas y situaciones aquí referidas son ficticias. Absolutamente, de ninguna manera, representan situaciones reales, dentro de organismos gubernamentales reales, de países reales. Aunque, debo resaltar, en honor a la verdad, la labor olímpica que realizan esos servidores públicos – que sí existen- que trabajan todos los días por su país y que soportan la carga laboral de todos éstos mencionados… que no existen.

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