Martín López Calva

@M_Lopezcalva

Ante la victoria electoral de Enrique Peña Nieto que se ha confirmado en los conteos distritales y muy probablemente culminará en su declaración como presidente electo, se hace necesario empezar a plantearnos los puntos de partida expresados en su campaña y los elementos urgentes para iniciar la reforma educativa pendiente en el próximo sexenio.

Como un primer acercamiento, copio aquí parte de una crónica que escribí para mi blog personal con motivo de la intervención del candidato del PRI en el encuentro: “10 preguntas por la educación”, convocado por más de doscientas organizaciones civiles en el que tuve la oportunidad de participar en mi calidad de académico especialista en temas educativos.

Una síntesis de los principales planteamientos de los dos únicos candidatos que asistieron a este evento, fue publicada en este espacio el 5 de junio. Sin embargo, considero relevante volver a plantear lo expuesto por el candidato que asumirá la presidencia, vistos ahora desde un ángulo más vivencial, tal como los percibí el día del foro.

“…Poco después de las once inicia el evento, bastante puntual, el candidato se ha entretenido en el camino para saludar a un par de personas sentadas entre el público y finalmente llega a ocupar su lugar. Se sienta junto con la moderadora. Los de las sillas no sabemos cómo actuar, alguien comentó que no se podía aplaudir para no parecer que apoyamos a alguno de los candidatos, de manera que ante el desconcierto se ponen de pie dos señoras de atrás y los demás nos quedamos sentados inmóviles. Peña ocupa su asiento, se le ve tenso, con ojeras de cansancio y la voz ronca seguramente de tanto hablar en eventos públicos masivos. Descubre de pronto a Beatriz Paredes, la saluda con una emoción calculadamente espontánea desde lejos, ella le responde desde su lugar. El candidato está tenso, la moderadora se ve tensa, los de las sillas estamos tensos, el ambiente en general es de tensión…”

“…Empiezan las preguntas. EPN asume su estrategia habitual, “dénme un punto de apoyo y me echaré un rollo” (Guillermo Hinojosa dixit) parece ser la máxima. Empieza a hablar mucho sin decir nada. En el transcurso de la entrevista la moderadora le irá diciendo continuamente: “si entendí bien, lo que ud. Respondió fue…”, “es muy interesante lo que dice pero esa no era la pregunta…”, “Entonces, concretamente, respondería que sí o que no a esta pregunta”, acorralándolo de tal modo que la participación completa dura casi cincuenta minutos menos de lo planeado en el programa. A varias preguntas el candidato priísta responde solamente: “En concreto, sí” ante la risa del público. Es preocupante la falta de conocimiento que muestra sobre el tema educativo. Se apoya continuamente en términos como cobertura y calidad para remachar sus buenas intenciones en lo educativo y en el uso de “palabras mágicas”, casi muletillas como “democrático, “democratización”, “democratizar”. A pesar de que se les enviaron las preguntas con antelación, el candidato muestra –y la moderadora, Dra. Blanca Heredia – lo hace explícito, que no conoce el decreto de 1946 que se le está preguntando si derogaría. Un decreto que otorga al sindicato facultades que corresponden al gobierno y que han llevado al gobierno a perder la rectoría del sistema educativo ante el poder creciente del SNTE y su dirigente vitalicia.

Preocupante también que se manifieste en su visión que con inyectar más recursos a las escuelas y dar computadoras a los alumnos va a mejorar la calidad. Muy preocupante que diga que ya existen los mecanismos de transparencia de los recursos y que en todo caso hay que mejorarlos o que en los temas sindicales plantee una postura de dejar las cosas como están. Lo único rescatable es su insistencia en alinear los incentivos de los docentes hacia el desempeño de los estudiantes, cosa que ya se está intentando pero que sin las reformas estructurales que él plantea no encabezar, resulta inviable.

Termina de la manera más airosa posible, con respuestas de monosílabos al final y agradece la invitación…”

Hasta aquí el fragmento de la crónica de mis impresiones. Resalto tres de las preocupaciones prioritarias que creo que deberán impulsarse y exigirse desde la sociedad civil al próximo gobierno para poder aspirar a la reforma educativa profunda que con tanta urgencia demanda nuestro país:

1.- Replanteamiento de la relación SEP-SNTE y recuperación del gobierno educativo: En su intervención Peña Nieto dejó claro que no conoce el decreto que otorga poderes más allá de su ámbito al sindicato aunque ofreció revisarlo. Resulta urgente que se le exija que realmente lo haga y que la Secretaría de Educación Pública recupere el gobierno educativo que por este decreto y por la relación de sumisión del gobierno ante el sindicato se ha perdido. La pregunta es si ante la aparente alianza no explícita entre el candidato Peña y la dirigente sindical esto será posible.

2.- Transparencia sindical, libertad de asociación de los docentes y profesionalización: En este punto Peña se manifestó en contra de reformas que son fundamentales para el cambio educativo. Respondió que ya existen los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas y que en todo caso “habría que mejorarlos”, cosa que sabemos no es real puesto que el SNTE es un organismo opaco y que no rinde cuentas de sus cuantiosos recursos de cuotas sindicales y presupuesto público. Por otra parte, se manifestó también en contra de que la cuota sindical sea descontada voluntariamente y que pueda haber varios sindicatos para que el docente elija libremente a cuál afiliarse. El corporativismo creado por el PRI parece estar en la visión de gobierno de EPN para el próximo sexenio. Pero sin transparencia sindical y sin libertad de asociación resulta muy difícil pensar en una auténtica mejora de la educación y en una verdadera profesionalización docente. En este último tema el candidato se pronunció por alinear los incentivos de ingresos del magisterio al desempeño de los alumnos, cosa que ya se ha intentado con la alianza por la calidad de la educación y la evaluación universal pero no se han podido realizar plenamente precisamente por el inmenso poder del sindicato sobre las decisiones de gobierno educativo.

3.- Descentralización real, autonomía a las escuelas: Este es otro rubro fundamental que Peña Nieto no respondió pues pareció no entender la propuesta. Resulta indispensable para una real transformación de la educación que las escuelas tengan autonomía en el manejo de recursos, adecuación de planes, programas y estrategias de trabajo, contratación, promoción o remoción de docentes. Sin embargo, la mentalidad centralista y corporativa pareció imperar en las respuestas. Desde la sociedad se tendrá que seguir insistiendo en este elemento sustancial puesto que como afirma Schmelkes, “el centro de la calidad educativa es la escuela”.

*Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Ha hecho dos estancias postdoctorales como Lonergan Fellow en el Lonergan Institute de Boston College (1997-1998 y 2006-2007) y publicado dieciocho libros, cuarenta artículos y siete capítulos de libros. Actualmente es académico de tiempo completo en el doctorado en Pedagogía de la UPAEP. Fue coordinador del doctorado interinstitucional en Educación en la UIA Puebla (2007-2012) donde trabajó como académico de tiempo completo de 1988 a 2012 y sigue participando como tutor en el doctorado interinstitucional en Educación. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 1), del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores que actualmente preside (2011-2014), de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación y de la International Network of Philosophers of Education. Trabaja en las líneas de filosofía humanista y Educación, Ética profesional y “Sujetos y procesos educativos”.

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