Lado B
Shame
Por Lado B @ladobemx
15 de junio, 2012
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Camilo Useche*

Tengo que reconocer que no vería dos veces esta película; lo que vi fue demasiado atosigante, crudo, perturbador para mi mente algo conservadora y obtusa, quizás lo que me pasa es que ese personaje enfermo que vive con tanto estilo entre los mejores bares y discotecas de New York, con un apartamento espléndido y una figura de la que se desprende un miembro generoso, me produce envidia. Lo cierto es que toda esa vida que parece perfecta tiene un lado oscuro, una obsesión dolorosa: el sexo. La sofisticada vida que lleva este hombre es sólo el telón delante de una vida que se desmorona entre las calles frías de Manhattan, entre la pornografía, las prostitutas, entre el sexo obsesivo, con hombres, con la chica del metro, del bar, del trabajo, el onanismo y las perturbadas ganas de expulsar algo que ya no es placer. Steve McQueen (no confundir con el actor) construye una historia tan obscura, densa, elegante de tan buena factura, que no me queda otra opción que alabar el gran trabajo artístico de este director inglés, aunque al otro día vea perturbada mi grata monotonía ante la imposibilidad de olvidar los fotogramas que pasaron frente a mis ojos.

Shame

Dirección: Steve McQueen

Guión:  Abi Morgan y Steve McQueen

Intérpretes: Michael Fassbender y Carey Mulligan

Género:  Drama

País: Reino Unido, 2011

Duración: 101 minutos.

Claro, nada de esto sería posible sin un equipo a la altura de los exquisitos desquicios de este director. A Michael Fassbender le vemos el desespero en sus gestos, en su dolor en cada orgasmo,  en la despreciable y a la vez tierna manera en que le habla a su hermana, o simplemente en  la impotencia que carga por no poder darle un giro a esa vida encerrada en pretender que todo va bien, que todo es perfecto. Carey Mulligan, La otra cara, o quizás la misma, es su hermana (igual de perturbada a él) con tantas fisuras mentales como las de su hermano; ella, un alma suicida que quiere llamar la atención, ser querida, pero que sabe que en su  cruda realidad nada pasa, más que la necesidad de desaparecer, de morir. La psicología de los personajes parece ser demoledora, miserable, escalofriante, pero en las profundidades de sus mentes, lo que encontramos al final son dos personajes tristes en una ciudad tan fría y claustrofóbica en la que sólo puede ser posible la amargura de lo que vemos.

Explorar el submundo de las obsesiones es difícil y mucho más hacerlo con una simple cámara y un simple guión y en esto McQueen sobresale, en el tratamiento de la estética y del argumento; tal vez haya pasajes y secuencias que sobran o que tienen ese tinte exagerado y engreído que ahora imprimen los que quieres hacer “cine de autor”, pero el fin último es tan correcto que no se puede negar, así no nos guste, así no quieras volver a verla,  la gran película frente a la que estamos. Quisiera retroceder un par de años y poder ver la opera prima de este director, una tal Hunger, de la que me cuentan es tan provocadora como esta, porque al parecer estamos ante alguien que tiene esa capacidad de crear esos mundos turbios y complejos que hacen tanta falta en el cine y que nos provocan náuseas o agrieras mentales.

*Candidato a Doctor en Historia por I’ Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de Paris. Maestro en Relaciones Internacionales y Estudios Latinoamericanos UAM, Madrid. Historiador y sociólogo por la Pontificia Universidad Javeriana y por la Universidad Nacional de Colombia.

 

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