Foto: @winiberto

Ernesto Aroche Aguilar

@earoche

Salieron de sus casas convocados por las redes sociales, ese ente amorfo conformado por todos y controlado por nadie, que parece estar permeando las campañas electorales de una manera indeleble.

Salieron a gritar y dejar en claro su molestia con el candidato del PRI al que acusan de ser un personaje prefabricado a la medida de la telepolítica, de representar intereses de los monopolios mediáticos y de grupos políticos, como el de Atlacomulco, que sólo buscan su beneficio particular.

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Salieron acicateados por los acontecimientos sucedidos en la Universidad Iberoamericana cuando los alumnos de la escuela jesuita confrontaron primero al candidato del pelo engominado y después a los medios de comunicación como Televisa, TvAzteca, Milenio y los diarios de Organización Editorial Mexicana cuando estos contaron versiones muy distintas a lo que había sucedido en el plantel Santa Fe de la Ibero.

Fueron mil decía un agente de seguridad citado por el portal de noticias CNN. Fueron 2 mil dijeron los propios manifestantes. Fueron centenares de piernas que caminaron por las calles del centro de la ciudad con sus caras de Carlos Salinas de Gortari y sus pancartas en mano con mensajes como “ciudadanos informados, jamás manipulados”,  o “voto mata copete”.

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Se juntaron en el zócalo y salieron en dos contingentes, uno después del otro, uno voluminoso, otro mucho más pequeño, y mezclados en los dos grupos lo mismo se veían amas de casa, estudiantes, integrantes de grupos organizados, simpatizantes de la candidata panista, simpatizantes del candidato de la izquierda, asumiéndose ahí como ciudadanos de a pie, con filias y fobias pero sin llevar a cuestas sus colores políticos.

Y en el mismo zócalo se encontraron los dos grupos, una hora más tarde, después de recorrer cada uno su propia ruta para cerrar la manifestación cantando el himno nacional.