Lado B
Bañador rosado
Por Lado B @ladobemx
24 de mayo, 2012
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[Léase en tono de capítulo de la Pantera Rosa]

Tuss Fernández

@ituss79

“Si me vas a asaltar, roba primero mi memoria. Luego puedes tomar lo que quieras. “

Hay un punto en que los clichés y los mitos se convierten en la misma cosa.

Recuerdo que veía un capítulo de ‘El aprendiz’ en el que Donald Trump regañaba severamente a uno de los participantes de la serie por haber errado en el reto de la semana. El objetivo era crear un traje de baño masculino, y uno de los concursantes, un hombre de unos 30 o 35 años de raza negra, tuvo a bien diseñar un divino short bóxer (de esos pegadititos) en color rosa. Si su objetivo era ganar mucho dinero con su creación, definitivamente erró el camino. Esa fue la crítica de Trump y evidentemente tenía razón; el mercado masculino que usa trajes de baño entallados color rosado, debe ser reducido (o al menos eso pensamos el magnate y yo).

Sin embargo, mi madre, una experta fashionista que no se pierde de cuanto programa de moda aparece por televisión, no estuvo de acuerdo. Y es que según ella, a por lo menos tres de mis amigos (de los cinco que tenía en ese momento), todos ellos homosexuales, les hubiera encantado lucir sus cuerpecitos enfundados en ese ‘bañador’.

O sea, que de acuerdo a su percepción, el color favorito de los gays es el rosa (Cliché número Uno).

Mientras yo rebotaba de risa e intentaba convencerla de que ni Luis ni Pepe harían semejante barbaridad (la de ponerse el traje), ella me miraba inclinando la cabeza como los perritos cuando les hablas y no entienden nada.

Y en efecto, no entendió nada, porque del cliché número uno pasamos directamente y en menos de tres minutos al Cliché número Dos: Todos los hombres gays quieren ser mujeres.

Pa qué gasto saliva (tinta digital en este caso) en relatarles lo que me tardé intentando desmitificar este punto, si no pude ni con el anterior. Otra vez la cara de perrito.

Tres años después, mi mamá sigue pensando lo mismo y, seguramente, cada vez que sale de compras desearía que fuera uno de mis amigos quien la acompañara para darle consejos de moda y no yo, a quien francamente, la moda le tiene sin cuidado.

El caso es que, por alguna extraña razón, el inconsciente colectivo y la ignorancia (sumando la mercadotecnia y sus etcéteras) llevan años taladrando la mente de las personas, haciéndoles creer que ser un hombre homosexual es lo mismo que ser una nena. Todos son afeminados, a todos les gusta el  color rosa, todos jugaban a las Barbies y todos quieren ser princesas.

Qué triste y qué trillado, ¿no?

Por lo pronto,  yo me niego a vivir en una sociedad donde la capacidad de nuestros ojos no permita reconocer las infinitas diferencias y la enorme diversidad entre humanos, y cada vez que se requiera estaré tratando de borrar de la mente de mi madre (aunque me cueste horas de explicaciones), esos estúpidos clichés y mitos urbanos que sólo convierten a los hombres homosexuales en el blanco perfecto para ser ‘etiquetados’.

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