Lado B
La Marina: desapariciones forzadas en Nuevo León
 
Por Lado B @ladobemx
14 de marzo, 2012
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Monterrey, NL. “El martes cumplió 41 años. ¿Cómo lo festejamos? Llorando. Tiene ocho meses desaparecido”. La voz de Isabel García Acosta de 64 años se corta, el nudo en la garganta no le permite seguir hablando. Su rostro refleja una infinita tristeza y una profunda desolación. Las lágrimas surcan sus mejillas. Toma la foto enmarcada que tiene en el regazo, se la lleva al pecho, la abraza con fuerza. Entra en trance y habla con Martín Rico García: “Hijito de mi corazón esperábamos un regalo: volver a verte en tu cumpleaños. Éramos tan alegres. Ahora vivimos en la tristeza, en el llanto. ¿A dónde te llevaron? ¿Dónde te tienen?”.

Foto tomada de sinembargo.com.mx

El 5 de junio del año pasado, la Marina Armada de México secuestró a su hijo. Aquella mañana varios hombres uniformados, usando el chaleco de la Marina llegaron a su vivienda en vehículos oficiales de esa institución castrense, entraron a su casa sin orden de cateo y se llevaron a Rico García sin orden de aprehensión. Desde entonces no lo volvieron a ver, a pesar de que existen videos y fotografías que comprueban el secuestro y la desaparición forzada perpetrados por la Marina.

“Eran como las seis y media de la mañana. Primero entraron a mi casa, violaron todas las chapas de las puertas, pero nunca preguntaron por alguien, nunca dijeron un nombre de nadie. Me puse mala, padezco diabetes. Me subí al segundo piso y vi que los marinos tenían a mi nieto en medio de la calle sin zapatos. Nunca pensé que se fueran a llevar a mi hijo, así sin decirnos por qué, sin mostrar ningún papel”, cuenta doña Isabel.

Y la interrumpe su nuera, María de los Ángeles Díaz de León:  “Después de su casa, los marinos entraron a la nuestra porque somos vecinos. Estábamos dormidos. A mi esposo lo levantaron de la cama y lo sacaron del cuarto, se lo llevaron cuatro marinos, así como estaba en pijama. Uno me dijo: “Déme un cambio de ropa para su esposo”.

Martín Rico García trabajaba en su taller de soldadura, allí mismo en casa. También se dedicaba a comprar y vender coches. La Marina no hizo ningún cargo criminal contra él, ni dio explicaciones sobre un supuesto delito, simplemente lo secuestró.

Doña Isabel añade: “La Marina para mi es la peor de todas las instituciones. Yo les dije que se identificaran, ellos solamente contestaron que eran de la Armada de México. Les dije: ‘Díganme a quien buscan, yo aquí no tengo hombres, estoy sola, vivo sola en mi casa’. ¿Qué respeto pueden ustedes exigir de mi, si entran así a mi casa, violando desde el portón de afuera, hasta el fondo?”.

Mientras los marinos permanecían en la casa de doña Isabel apareció una camioneta marca Chrysler tipo Durango con placas estadounidenses y un hombre bajo y les dijo: “Allí no, en esa casa no, es en la privada”. Por eso, la madre de Rico García dice que todo tiene que ser un terrible error o bien una acción producto de una llamada anónima: “¿La ley como trabaja? La Marina no trabaja limpiamente, porque según está combatiendo el crimen organizado y es a lo que vienen, a cometer crímenes. ¿Por qué la Marina se presta a la venganza con llamadas anónimas? La ley no se debe de prestar a eso”.

Desde su desaparición, los familiares de Rico García y otros 10 hombres secuestrados en Nuevo Laredo en los primeros días del mes de junio del año pasado, han sostenido reuniones con funcionarios de Gobernación, la Procuraduría General de la República, incluso con representantes de la Armada de México, pero no ha habido resultados, según cuenta doña Isabel: “Esperábamos tener alguna razón, que nos dijera dónde los tienen. Qué nos digan por qué se los llevaron, qué nos digan qué hizo mi hijo, de qué le acusan. Siempre agarran personas que supuestamente andan en la delincuencia organizada y las presentan para que sean castigados. ¿Por qué a nosotros no nos dijeron ni una palabra?”.

Luz María añade: “Nomas nos dicen que van a investigar. Y no salen de eso. Nos dicen que están investigando, pero en realidad nada más nos están dando largas. No nos dicen en dónde los tienen. Nada. Y realmente nadie quiere hacer nada porque se trata de la Marina”.

La Armada de México les envió recientemente una carta donde reconoce que tuvo contacto con los desaparecidos: “Personas que refirieron que eran obligados, bajo amenazas, a trabajar para el grupo delictivo Los Zetas, motivo por el cual se les invitó a colaborar para que proporcionaran información del área, en forma voluntaria; se les ofreció protección durante la estancia de las fuerzas navales en ese lugar. Así, fueron trasladados al poblado de Miguel Alemán, Tamaulipas, por su seguridad”.

Lo realmente sospechoso para las víctimas es que la Armada de México declara que los desaparecidos –a quienes llama “presuntos agraviados”– fueran llevados a Miguel Alemán, supuestamente “por su seguridad”, y después fueran dejados en las “inmediaciones de la Central Camionera”, según dice la Marina en la carta, para que los secuestrados “se transportaran con destino a Nuevo Laredo”.

Las víctimas señalan que resultan inverosímiles los argumentos de la Marina, ya que si quería resguardar a los ahora desaparecidos y protegerlos por su seguridad, es absurdo que los haya dejado en una central camionera en Miguel Alemán, Tamaulipas, un lugar conocido por ser “foco rojo” de la violencia y los enfrentamientos entre bandas del crimen organizado.

Doña Isabel se muestra enfadada porque la institución castrense subestima su inteligencia: “Me siento muy decepcionada del gobierno de Felipe Calderón porque nos prometió paz, pero desde que él está hemos tenido más dolor, más lágrimas. Yo le pido a nuestro gobierno, más bien, ya no le pido, le exijo que nos devuelvan a nuestros hijos. Calderón no tiene consideración porque no sabe lo que se siente tener a un hijo desaparecido. Tiene todos sus manjares en su mesa para sus hijos y nosotros, ¿qué? ¿Por qué la ley viene a hacernos este daño?”.

Añade: “Si tuviera enfrente a nuestro Presidente le diría que mejor dejara de ser Presidente, porque para gobernar una nación se necesita sabiduría. ¿Él cuántas almas ha dañado? ¿Cuántos muertos ha habido por su causa? Si él no sabe gobernar, si ya no haya qué hacer, es mejor que diga ya no puedo. Allí está. Él ha de tener su casa rodeado de escoltas que lo cuidan, pero yo digo una cosa: quien anda con la verdad no teme. ¿A que le teme Calderón?”.

Doña Isabel continúa con su monólogo: “Yo no sé ninguna letra porque no fui a la escuela, pero sí sé que cuando alguien se pone a hacer algo necesita saber. Gobernar una nación no es cosa de juego. En lugar de hacerle bien a la nación, está matando al país, nos está matando. Si estas palabras pudieran llegar a nuestro Presidente, con todo respeto, porque yo soy temerosa a Dios, la ley se puso por Dios, pero no para que fuera corrupta, sino para que hiciera su deber: amar a la nación, no odiarla. ¿Qué amor puede tener Calderón por México? Una institución como la Marina que viene a matarnos o a quitarnos a nuestros hijos. Le digo yo a mi gobierno, con esa autoridad, mejor déjenos gobernarnos solos”.

Martín Rico García y María de los Ángeles Díaz de León tienen tres hijos que ahora se encuentran sumidos en la tristeza y la depresión. Lo más difícil para ella ha sido sostener innumerables reuniones con funcionarios de distintas dependencias sin obtener ningún resultado, porque sencillamente nadie está buscando a los desaparecidos. Pero lo que realmente le duele es la forma en que la Marina juega con sus sentimientos: “Un representante de la Armada de México viene a decirnos puras mentiras, incluso no cuidan la información porque en la carta nos dicen que se llevaron a mi marido un día 4, cuando a mi esposo lo desapareció la Marina el día 5 de junio. Nosotros lo único que queremos es saber de él, que nos digan dónde está, dónde lo tienen, que nos lo regresen. ¿Ocho meses sin saber de él? Si hizo algo que lo pongan a disposición de la autoridad”.

Doña Isabel tiene siete hijos: cinco hombres y dos mujeres, unos 30 nietos y una bisnieta; pero su corazón está con el hijo que le falta: “Aunque tenga muchos hijos, hace falta el que no está, mi Martín. Tengo muchos dientes, pero me hace falta el que se me cayó y por eso me lo pongo. Así los hijos, todos son necesarios”.

Lea el reportaje completo de Sin Embargo aquí.

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Autor Lado B
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