Lado B
Gestión de las emociones y educación en valores
“Si me preguntaran sobre la revolución que se nos viene encima y que nos va a desconcertar a todos, respondería, sin vacilar, la irrupción del aprendizaje social y emocional en nuestras vidas cotidianas...” Con estas palabras inicia Eduard Punset, célebre divulgador científico un texto en su blog en el que plantea la relevancia de la gestión de las emociones como un fundamento necesario en la educación del siglo XXI.
Por Lado B @ladobemx
13 de marzo, 2012
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Martín López Calva*

“El hombre bueno casi siempre se aburre de sus rencores.

 Pero siempre hay un rencor que confirma la regla”

Mario Benedetti. Despistes y franquezas.

“Si me preguntaran sobre la revolución que se nos viene encima y que nos va a desconcertar a todos, respondería, sin vacilar, la irrupción del aprendizaje social y emocional en nuestras vidas cotidianas…” Con estas palabras inicia Eduard Punset, célebre divulgador científico un texto en su blog en el que plantea la relevancia de la gestión de las emociones como un fundamento necesario en la educación del siglo XXI.

En este texto, Punset plantea que en el pasado las emociones se reprimían o incluso se destruían en el caso de que afloraran y que la sociedad no aceptaba que las emociones tuvieran importancia ni que las personas tuvieran que aprender a gestionarlas, siendo de las pocas cosas que los humanos “traemos de fábrica”: un repertorio de respuestas inconscientes a pasiones, emociones y olvidos de quienes nos rodean.

Por fortuna, dice Punset, estamos hoy empezando a descubrir y aceptar la enorme relevancia que tiene el reconocimiento y el manejo de nuestras emociones. Este aprendizaje emocional es prioritario, incluso por encima de la gramática, la capacidad de cálculo o la ciencia. Más aún, afirma el autor, la adquisición de valores es secundaria y depende del desarrollo de esta gestión emocional.

Desde hace algunos años se ha planteado, a partir de la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner, que el ser humano no tiene una inteligencia única o en otras palabras, que la inteligencia no es unidimensional como tradicionalmente y desde la perspectiva de la modernidad se había considerado. Es así que la inteligencia lógico-matemática o la ingeligencia lingüística que parecían ser equiparables a LA inteligencia en el pasado, son solamente partes de esta inteligencia multidimensional o de dos de estas múltiples inteligencias que se complementan con las inteligencias kinéstesica, musical, espacial, intrapersonal, interpersonal y naturista.

A partir de esta teoría y de un desarrollo ulterior de las inteligencias personales –intra e interpersonal-, Daniel Goleman desarrolla la teoría de la inteligencia emocional y de alguna manera dispara este movimiento que Punset plantea como el inicio de la conciencia sobre la relevancia de la gestión de las emociones.

El texto de Punset refiere a la publicación reciente del reporte: “¿Cómo educar las emociones? La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia”, coordinado por Rafael Bisquerra y escrito por un nutrido grupo de expertos en diversas disciplinas que incluye al mismo Punset. Este esfuerzo intedisciplinario integra visiones de diversas ciencias que van desde la medicina y neurociencias, hasta la Pedagogía y la Psicopedagogía pasando por la Biología. Se trata de un documento muy interesante que está disponible en la red, en el que se desarrolla desde la definición de las emociones hasta la educación emocional en distintos ámbitos como son la familia, el aula y la sociedad en general y en varios países como Estados Unidos, el Reino Unido y España, presentando un programa concreto de educación social y emocional y bibliografía práctica sobre el tema.

En un mundo en el que la racionalidad y la tecnología han demostrado ser insuficientes y a veces incluso se han convertido en obstáculos para la construcción de una sociedad que pueda llamarse humana resulta urgente atender el llamado que nos hace este informe. La gestión de las emociones tiene que ver con la consciencia intrapersonal pero también con la capacidad de empatía con los demás miembros de la especie. La inteligencia emocional, dice Punset y afirma el informe, como toda inteligencia “es social o no es inteligente”, de manera que la gestión de las emociones tiene que ver con la autoconstrucción de una existencia armónica y al mismo tiempo con el tejido de redes sociales sanas.

Resulta urgente atender el llamado para incluir en la educación la gestión de las emociones como un elemento fundamental, puesto que si no existen las habilidades para esta gestión se producen personas incapaces de adaptarse a su entorno social y con una baja autoestima que regresan fácilmente a los “ritos arcaicos de la especie como la violencia, la pelea o las drogas”.

Es así que Punset plantea que “…la manera ideal de reducir los futuros niveles de violencia, de aumentar los de altruismo, de prevenir los tambaleos de la salud y, con ello, de disminuir la presión que está colapsando los sistemas sociosanitarios y la asfixia a todo tipo de prestaciones, pasa por la temprana puesta en práctica del aprendizaje social y emocional”.

Un elemento adicional tiene que ver con el planteamiento de que la gestión de las emociones es un elemento que antecede a la adquisición de valores. En efecto, si tomamos la ética de Lonergan   y analizamos la manera en que se aprehende el valor en los procesos conscientes humanos podemos constatar esta prioridad de lo emocional. Vertin afirma desde esta perspectiva que el “insight deliberativo”, el acto de aprehensión de valor es un “acto de cognición afectiva”, es decir, un acto de intelección que sucede en las emociones y no en la razón.

De manera que un hombre bueno es alguien que aprendió a gestionar sus emociones y por eso se aburre de sus rencores…aunque haya algún rencor que confirme la regla.

*Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala y académico numerario en la Universidad Iberoamericana Puebla. Ha hecho dos estancias postdoctorales por invitación del Lonergan Institute de Boston College (1997-1998 y 2006-2007) y publicado diecisiete libros, cuarenta artículos y seis capítulos de libros. Actualmente es coordinador del doctorado interinstitucional en Educación en la UIA Puebla. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 1), de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores (REDUVAL), de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación (ALFE) y de la International Network of Philosophers of Education (INPE). Trabaja en las líneas de Filosofía humanista y Educación, Ética profesional y Pensamiento complejo y Educación. Ha trabajado como formador de docentes en diversos programas y universidades desde 1993.

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