Lado B
Teatro del Oprimido, para pensar un mundo diferente
"Trabajamos con temas que nos interesan y nos tocan, haciendo una reflexión sobre la sociedad poblana"
Por Lado B @ladobemx
24 de febrero, 2012
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Mely Arellano

@melyarel

Tomada del Flickr del 2o Encuentro, Teatro del Oprimido, Guatemala 2012.

Estamos en el número 7 de una vieja vecindad del centro histórico. Arriba y al fondo. En la antesala o sala de espera, que en realidad es un pasillo, suena la canción infantil “Arroz con leche”, al centro, sobre una mesa, hay una variedad de muñecas; en una esquina un pequeño televisor transmite alguna telenovela, cualquiera, una versión de tantas del príncipe azul y la princesa necesitada.

Hay que llegar y apuntarse en una libreta. En pocos minutos ya somos una veintena de personas. Una chica comienza a nombrarnos y vamos entrando, previo pago de 10 pesos.

El departamento es lo suficientemente espacioso como para montar un pequeño escenario y colocar sillas para el público.

Detrás de una cortina roja se escuchan lamentos femeninos, susurros, palabras y sonidos que van acomodándose en un mismo ritmo. Salen cuatro mujeres jóvenes con vestidos cortos y coloridos. Sus cuerpos se mueven lentamente por el escenario: después de un breve performance regresan detrás del telón.

Enseguida aparecen tres chavas con uniforme, acaban de salir del colegio y se sientan en una banca a platicar. Entonces empieza la historia de Lorenza. Ella se enamora de Roy, quien termina raptándola para explotarla sexualmente. Sus amigas acuden a las autoridades pero se topan con la indiferencia del sistema.

Al cabo de unos 20 minutos la obra concluye en una falla social. Ahí inicia la actuación de la sociedad: el espectador se convierte en protagonista con el poder para cambiar el final.

Arroz con leche me quiero casar…

“Lo que hacemos se llama teatro foro, teatro del oprimido. Son historias con problemáticas reales y acordes a la comunidad. Al final se invita al público a hacer alguno de los personajes. Idealmente se les pide que hagan el oprimido, pues el opresor es el que difícilmente va a cambiar, a menos que los oprimidos presionen”.

La voz de Gabriela Cortés inunda con facilidad el mismo departamento donde hace unos meses en “3 mil mujeres” –el título de la obra se refiere al número de poblanas que desaparecieron entre 2005 y 2009, la mayoría entre 13 y 29 años– interpretó a una funcionaria que aseguraba a las amigas de Lorenza que ésta regresaría, “panzona, pero va a regresar”.

Tomada del Flickr del 2o Encuentro, Teatro del Oprimido, Guatemala 2012.

“Trabajamos con temas que nos interesan y nos tocan en diferente medida, haciendo una reflexión sobre la sociedad poblana. Todas hemos tenido una experiencia, si no precisamente igual a la que se cuenta en la obra, sí cercana. Aunque no te tiene que pasar para que lo entiendas y lo identifiques. En Puebla sí hay acoso”, explica Itzell Sánchez.

Ambas forman parte del grupo de teatro Las Oprimidas –creado en el 2008- de El Taller, Centro de Sensibilización y Educación Humana A. C., una organización no gubernamental, sin fines de lucro, enfocada a la promoción, ejercicio y vigencia de los derechos humanos a través del teatro y otras actividades artísticas-culturales, con un enfoque de género, derechos sexuales, reproductivos y de diversidad sexual lésbica, gay, bisexual y trans, que nació en el 2001.

“3 mil mujeres” es el séptimo trabajo de teatro del oprimido que realizan. En obras anteriores han abordado otros temas como violencia en el noviazgo, lesbofobia y derecho a decidir. Ocho personas forman parte del grupo, aunque siempre hay más gente colaborando

“De fijo –explica Gabriela- somos Violeta Rodríguez, Laura Fernández (mejor conocida como Lala), Italia Vázquez, Israel Muñoz, Itzell y yo”.

“No hay un director, todo el trabajo es colectivo. La organización es horizontal. Se unen las experiencias y con base en ellas escribimos los poemas y la historia”, continúa Itzell.

… con una señorita de San Nicolás…

“Todos en algún momento hemos sido opresores y oprimidos”, asegura Gabriela.

A pregunta expresa, Itzell explica que el Teatro del Oprimido se trata “de pensar el mundo diferente, imaginarlo diferente, para proponer la solución a una problemática. No es un teatro pasivo, sino de participación. Es un ensayo para que en la realidad también podamos cambiarlo”.

En palabras del dramaturgo al que se le adjudica su adaptación (o sistematización), Augusto Boal,  “el Teatro del Oprimido nació en Brasil en 1971 con el objetivo específico de tratar problemas locales en Brasil. El Teatro Foro comenzó a aparecer en Perú en 1973, como parte de un Programa de Alfabetización; creíamos que sería bueno sólo para Sudamérica, ahora se practica en más de 70 países”.

“Nuestra Libertad –dice Boal en la declaración de principios del Teatro del Oprimido- es para crear maneras de ayudar a humanizar la humanidad, invadiendo libremente todos los campos de la actividad humana: social, pedagógica, política, artística… El Teatro es Lenguaje, por tanto puede ser usado para hablar de todos los asuntos humanos, no para ser limitado al teatro en sí mismo. ¡Creemos en Paz, no en Pasividad!»

Foto: Joel Merino.

“Sobre todas las cosas, creemos que el Teatro del Oprimido es de, acerca, por y para los y las Oprimidos /as, como se aclara en nuestra Declaración de Principios. Si estás de acuerdo con esto, ciertamente estamos de acuerdo contigo”.

Para Iztell es algo que se comparte, que se multiplica, no es algo que se debe apropiar, es un compromiso: “Lala nos multiplicó a nosotras, y ahora, cada una de nosotras es una multiplicadora”.

Precisamente con ese espíritu es que participaron con “3 mil mujeres”  en el 2º Encuentro Latinoamericano de Teatro del Oprimido, que se realizó el pasado enero en Guatemala, y ya preparan su primera visita a EU.

… que sepa coser, que sepa bordar…

Justin Remer es un joven estadunidense que se encuentra en México desde algunos meses, gracias a una beca de la Fundación Fullbright.

El trabajo de El Taller lo trajo a Puebla, pues su investigación se centra en la importancia del arte en la comunidad y la transformación personal. Justin ha estado involucrado en el teatro desde hace más de diez años, con un principal interés en el Teatro del Oprimido.

Convencido del poder del también llamado Teatro Foro propuso llevar la técnica a la comunidad latina de algunas ciudades de EU, presentándola a través de la obra “3 mil mujeres”, pero además incluyendo otras temáticas como la migración desde la perspectiva de género.

Así, Las Oprimidas visitarán El Paso, Texas; Albuquerque y Santa Fe, Nuevo México; Minneapolis y Northfield, Minnesota; Washington, DC y Baltimore, Maryland presentando tres obras de teatro en mayo próximo en diferentes espacios, en colaboración con organizaciones no lucrativas.

Otra obra en la que han trabajado es “Mujer no se escribe con M de Macho”, que aborda la problemática de los derechos de las mujeres de todo tipo, la indígena, la lesbiana, la obrera, que ya lleva más de 150 representaciones en distintos municipios de la República, y que también se presentará en EU.

… que sepa abrir la puerta para ir a jugar…

Itzell, Gabriela, Italia, Violeta, Laura e Israel son más que actores –en realidad para hacer Teatro del Oprimido no es requisito serlo profesionalmente–, sino son, sobre todo, promotores de derechos humanos.

Pero vivir del activismo no es fácil, como dice Gabriela:

“A veces en las instituciones te regatean el trabajo porque creen que lo hacemos por hobby, porque no tenemos nada que hacer, porque quién se dedica a los derechos humanos, al teatro, no es algo importante. También ahí tenemos que re-educarnos y reconocer que sí es algo importante, tanto como quien barre la calle, que es tan importante un trabajo como cualquier otro. Entonces vivir, sólo vivir, para quienes nos dedicamos al activismo, es muy difícil”.

Dadas las condiciones, para el viaje han iniciado una colecta. La meta: 8 mil dólares. Los días que quedan para alcanzarla: 22.

Foto: Cortesía

… con esta sí, con esta no, con esta señorita me caso yo

Al final de la obra, con las luces prendidas y esta posibilidad de reconocernos entre nosotros, la distancia se acorta.

Nosotros, el público, hemos identificado el problema, hemos propuesto soluciones y pasamos a las preguntas, al qué hacer como sociedad, qué nos toca como ciudadanos.

Una señora cuestiona el modo con el que decidió educar a su hija adolescente, ahora duda y está dispuesta a escuchar opiniones.

Por allá una maestra pide orientación, sabe que el problema ronda a sus alumnos y desconoce qué hacer.

Las voces son varias, entre todos vamos construyendo las posibilidades.

Al final la realidad abruma. “Mi hija iba caminando sobre el bulevar 5 de Mayo cuando pasó un coche y se la llevó. No la he vuelto a ver”, comparte en voz más bien baja una mujer, y con sus palabras el silencio se impone, un silencio que huele a injusticia, a impunidad y a corrupción.

Y es que, como dice Israel al final de la obra, “mientras haya quién compre, habrá quién venda”.

Para más información sobre el proyecto y la colecta de Las Oprimidas, consulte este link. ¡Apoyemos!

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