Lado B
Pepe y Toño
…se alzan las voces que presionan porque se lleve a cabo una reforma laboral a favor del empresario y en detrimento del empleado que permita a México ser más “competitivo”
Por Lado B @ladobemx
26 de febrero, 2012
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Alquímedes Neza

Este es el guión de un anuncio comercial que nunca verás en tele ni escucharás en radio.

Pepe y Toño, con ropa vieja y rosto fatigado, caminan sonrientes por alguna calle de algún barrio periférico.

Pepe: Hola, yo soy Pepe.

Toño: Y yo soy Toño.

Pepe y Toño: Somos empleados.

Pepe: Nosotros, como muchísimas personas en el país damos nuestro tiempo y nuestro talento para que miles de empresarios puedan desarrollar su empresa y gozar de una vida plena.

Toño: Gracias a que 8 de cada 10 de nosotros ponemos nuestro esfuerzo laboral al servicio de un empresario, las empresas pueden crecer y dar altos rendimientos a sus dueños.

Pepe: Y gracias a que muchos de nosotros no recibimos ni seguro social ni pagos por tiempos extras y, a veces, nuestro salario está sujeto a bonos por productividad, puntualidad y buen comportamiento, muchas empresas puedan crecer y crecer dando a muchos empresarios una vida confortable.

Toño: Al final, mientras los empleados cobren menos, a las empresas les va mejor. Si lo piensas, las empresas crecen gracias a millones de mexicanos que sobreviven con salarios muy, pero muy, inferiores a los de los empresarios.

Pepe y Toño: Por eso nosotros, Pepe y Toño, creemos que con salarios mínimos de risa, eliminación del derecho de asociación sindical y contratos que no crean antigüedad, ¡son más los empresarios que salen ganado!

Voz en off: Consejo de aquello que no se comunica, al servicio de las otras causas de México.

La campaña de Pepe y Toño que sí has escuchado en radio y tele, visto en anuncios impresos y puedes encontrar en internet y quizás hasta en cajas de leche, es una campaña diferente. Ésta es una iniciativa del multimillonario (sólo en el 2009 contó con MN$ 2 millardos para la difusión de campañas de comunicación social), Consejo de la Comunicación, “la voz de las empresas al servicio de las grandes causas de México”, tutelado por Pablo González Guajardo, presidente del corporativo Kimberly-Clark, México.

La campaña de este consejo empresarial, a la que han llamado “Pepe y Toño”, lleva ya años en los medios y pretende durar varios más. En ella, al igual que el improbable comercial aquí elaborado, se pretende promover una cierta concepción de cómo funciona la economía de nuestra sociedad, es decir, una imagen parcial de la realidad: la del empresario en el anuncio “real”, y la de muchos trabajadores en el “inventado”. Si bien ambas visiones tienen, digamos, su “derecho” de promoverse, la gran diferencia está en que una de estas cuenta con todos los recursos y medios para su difusión y la otra no.

Pero lo más grave no es que sólo exista una campaña de Pepe y Toño en la que se difunda una imagen parcial del funcionamiento de la economía, ni que esta imagen parcial se pretenda vender como total. Ni es lo más grave que esta imagen sea justamente aquella del sector social que cuenta, por mucho y en todos los sentidos, con más recursos.

Lo más grave es justamente la imagen de realidad que nos promueve/vende el comercial y que muchos de nosotros, y no solamente los empresarios, creemos de antemano y seguimos comprando. Se trata de la idea del empresario-redentor, del empresario que no sólo es el cerebro detrás del éxito empresarial, sino, que es el motor de la economía nacional y, por si no fuera poco, el salvador de todos esos pobres diablos que no serían nada si no fuera por el esfuerzo del empresario por crear empleos.

Ojo, aquí no se está tratando de cambiar una propaganda por otra. No se trata de decir que los empresarios son malas personas y abusivos con los empleados. Se trata de señalar lo incompleto de esta imagen de empresario-redentor que se difunde o vende, por parte de un sector social determinado, como si fuera una verdad absoluta; señalar que se está extendiendo un gran aparato publicitario para difundir esta imagen, que dicho aparato cuenta con todos los recursos para ser efectivo, y que por ello, como sociedad, y más de lo que creemos, la estamos comprando, sin ahondar en lo que ello implica.

Como sociedad (y comúnmente también como individuos) compramos esta imagen cuando la hacemos parte de nuestro imaginario, de los anteojos con que interpretamos la realidad y de la balanza con la que medimos (el éxito o no de un país o una persona, por ejemplo). La concepción del empresario-redentor está ya tan enclaustrada en el discurso de nuestros “líderes en política y economía”, que éstos salen a los medios a asegurar, felizmente, que el bajo salario de los mexicanos es favorable para la economía porque permite que el país sea más “competitivo” y atraiga mayores inversiones (empresarios-redentores).

Igualmente en distintos medios públicos y espacios políticos se alzan las voces que presionan porque se lleve a cabo una reforma laboral a favor del empresario y en detrimento del empleado que permita a México ser más “competitivo”. Son voces que, preocupadas por los empleos, quieren atraer más empresarios, aún si esta atracción de empresarios es a costa de la calidad de vida de los mismos empleados.

Mientras en otros países se preocupan por aumentar su competitividad creando tecnologías propias, productos innovadores, ecológicos o fomentando especializaciones, en nuestro país se procuran salarios bajos (la última alza fue de las menores en toda América Latina), contratos a corto plazo y excepciones impositivas a los mayores empresarios. Y esto se hace así, entre otras cosas, porque se nos vende, y lo estamos comprando, que el gran empresario es la necesidad esencial, mientras que el trabajador es tan solo otro agradecido beneficiario.

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