Rosana Renau Aymamí

El aniversario de nuestra Constitución se me imagina como el marco perfecto para múltiples reflexiones (ninguna sobre el Super Bowl o alguna versión deportiva).

En principio me recuerda a esos cumpleaños que las familias suelen organizar para los ancianos (3ra, 4ta o 5ta edad) que mantienen arrumbados, ignorados, y cada vez más disminuidos tanto en sus capacidades como en el control sobre ellos mismos lo cual implica que cualquiera pueda abusar de ellos.

El constitucionalismo, no sólo en México sino en toda A. Latina significó la alternativa racional[1] para enfrentar los tiempos convulsos en los que se construyen.

Obviamente, con la constitución ocurre como con casi todas las herramientas legales, -códigos, reglamentos, leyes, etc. – deben ir evolucionando para poder incorporar nuevas realidades sociales o resultarían absolutamente inútiles para regular, coordinar, juzgar, penalizar o castigar.

La mayoría de las veces este es el proceso “natural”[2], actualmente en cambio, estamos viendo un proceso en sentido contrario que amenaza (más que regular) el orden social. Desde 1992 con Gortari se inició una mutilación constitucional (casi silenciosa) de la que sólo nos dimos por enterados en parte y que está en la base de muchos de los reclamos actuales.

Una paradita en OXXO o Italian Coffee. Si bien éstas y otras franquicias han dado trabajo a muchas personas – tal y como se predijo que pasaría con las inversiones internacionales cuando nos vendieron el neoliberalismo- su proliferación no habría sido posible sin la reforma al artículo 27 que modificó la relación entre Estado, territorio e inversiones de capital.

Así, según quien ocupe los espacios de poder, a la constitución se le quita o se le pone, sin la menor consideración ni por ella misma ni por cómo afectará otras herramientas legales que dependen de ella ni en los niveles regionales, estatales, locales o en los diversos códigos: civiles, penales, etc.

La actual modificación al artículo 24 hecha al traste una serie de garantías que corresponden a la realidad actual como la diversidad cultural y religiosa protegida por los Derechos culturales universales reconocidos por las instancias internacionales.

Elimina la libertad de culto porque –seamos realistas- cuando se habla de relación Iglesia/Estado sólo se hace referencia a una iglesia (la católica) quedando cualquier otra excluida. De hecho ya estamos viendo esta nueva relación en el espacio cotidiano cuando vienen personas enviadas por la Iglesia a invitarnos a rezar por el gobierno y por el país.

¿Qué va a pasar con la educación laica – ya de por sí disminuida en calidad- si permitimos a la iglesia intervenir? ¿Cambiaremos los estudios sobre evolución por el creacionismo como en algunos territorios de EU?

Hasta ahora hemos visto como las asociaciones de padres de familia han influido en la enseñanza, por ejemplo, respecto a la educación sexual, imaginemos la injerencia de la iglesia en esto también y luego quejémonos del aumento de embarazos adolescentes, de la propagación de enfermedades sexuales y venéreas.

¿Qué va a pasar con la diversidad y cultural que está en la base del respeto, de la tolerancia, y sobre todo de la DEMOCRACIA? La religión como acto privado no afecta al quehacer público y ahí debería mantenerse. Esta nueva relación iglesia-estado recuerda a la dinastía de los Borgias, en la cual no importaban las reglas, ni los medios, ni las consecuencias, sólo importan los fines.

Regreso a mi amado Marx que no era brujo ni vidente pero que tenía una capacidad especial de entender la realidad y que en esa lógica reconoció que la separación entre el ciudadano (público) y el individuo (privado) era necesaria para el sistema capitalista y que la religión pertenece al ámbito de lo privado (ver La cuestión judía).

Esta separación entre lo público y lo privado es una herencia de la revolución francesa y, por ende del inicio de lo que se ha llamado la modernidad. La última relación exitosa entre iglesia y estado en términos de ejercicio del poder fue el feudalismo que promovía el poder del Sr. Feudal como emanado de Dios, del Papa y del Vaticano. ¿Esa es la dirección de nuestra patria? ¿Estamos proponiendo regresar a un tiempo en el cual la religión y la política se fusionan por un “bien no común”?

P.D. Querida Constitución lamento mucho que estés en manos de personas que cobran en tu nombre de los bolsillos del resto de nosotros, sin el menor respeto por ti o por lo que significas ni histórica ni socialmente.

Una buena celebración de tu cumpleaños debería ser tu defensa a partir de conocerte bien. No puedo evitar la imagen de ti en tu silla de ruedas, tratada como algo que podemos manejar a nuestro antojo y para nuestro beneficio.

FELIZ CUMPLE, CONSTI…