Con el paso de las horas, la dinastía Kim se consolida en Corea del Norte. Los medios oficiales ya han disparado los adjetivos que entronizan al joven Kim Jong-un al frente del único reino comunista. “Pilar espiritual y faro de esperanza”, le llama el Rodong Sinmun, órgano de difusión del Partido de los Trabajadores, el único existente en el país. Kim Jong-un y una camarilla organizada por su difunto padre, Kim Jong-il, son los encargados de convertir Corea del Norte en una “nación fuerte y próspera”.
“No hay alternativa a Jong-un. Es el heredero de la dinastía y esto lo legitima automáticamente ante los ojos de su pueblo”, afirma el investigador de la Universidad de Corea Son Key-young. El profesor sostiene que Jong-un se apoyará en tres personas que cuentan con una larga experiencia en las filas del Ejército y/o en la manipulación de los hilos del poder. Su tío Jang Song-taek, uno de los hombres más poderosos del régimen y vicepresidente de la Comisión Militar Central (CMC); el jefe del Alto Estado Mayor del Ejército, vicemariscal Ri Yong-ho, y su tía Kim Kyong-hui, única mujer norcoreana ascendida a general del Ejército, única hermana del líder muerto y esposa de Jang. Los tres forman la camarilla organizada por Kim Jong-il para arropar a su hijo.
Después de superar el grave infarto sufrido en 2008 y de tomar conciencia sobre la debilidad de su salud, el segundo emperador Kim comenzó a preparar su sucesión. Tuvo claro que a Jong-un le falta liderazgo para tomar solo las riendas del país y optó, al igual que China, por una dirección colegiada, con su hijo al frente y apoyado por los tres más fieles de su entorno. Los cuatro fueron ascendidos a lo largo de 2009 y 2010 a los puestos que hoy ocupan. Se espera que, incluso antes de que se celebre el funeral por Kim Jong-il, el próximo día 28, Kim Jong-un sea nombrado comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, cargo que tenía su padre.