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Segregación y resistencia...
 
Por Lado B @ladobemx
06 de noviembre, 2011
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  • Recorriendo el Museo de la Deportación y Resistencia de Besancon, Fracia

Imagen: Cortesía.

Samantha Páez

(Primera Parte)

La historia del movimiento nazi en Europa y el surgimiento de la resistencia francesa son los dos grandes temas que aborda el Museo de la Deportación y Resistencia ubicado en la ciudad de Besancon, Fracia, sumándose a los trece recintos en el país dedicados a la memoria del Holocausto.

El museo se encarga de dar una visión completa sobre la minuciosa organización que hicieron los alemanes para exterminar a los judíos, quienes desafortunadamente fueron escogidos por Adolfo Hitler como el enemigo de entre muchos otros grupos. Su objetivo primordial era tener «alguien visible» y «fácilmente identificable» para enfocar todas las energías del pueblo en su segregación y alentar el temor hacia ellos, según explica el líder en su libro «Mi Lucha».

La propaganda fue básica para lograr tal meta, el encargado de ella, Joseph Goebbels, quien con grandes carteles mostraba a los soldados nazis ayudando al pueblo, mientras los judíos trataban de apoderarse de aquello que el pueblo alemán había construido.

Imagen: http://4.bp.blogspot.com

Otra técnica efectiva fueron los medios impresos, en ellos se pedía a la población que delatara a los señalados con una estrella de David para los judíos, triángulos rosa para los homosexuales y rojos para los opositores políticos, a cambio de una recompensa monetaria

El recinto va más allá de la simple narración del avance de las tropas alemanas. Describe y documenta la metodología que usaron los nazis para crear su imperio, basada principalmente en el ahorro de recursos y tiempo. Se puede ver cómo planificaron hasta el más mínimo detalle para utilizar la energía y recursos de los detenidos en su contra.

Por ejemplo, los mismos prisioneros construyeron sus campos de concentración, separaron la ropa de los demás objetos para después fabricar el famoso traje a rayas que ellos mismos vestirían, así como  llevaron los cuerpos de sus compañeros a las salas donde se hacían botones y jabones con sus restos.

Todo esto basado en un calendario de sobrevivencia: tres meses era el máximo de vida para los presos, dos para los ancianos y niños;  ante esta norma sólo se rebeló un alto mando, bajo el argumento de que era un desperdicio, puesto que los detenidos podían ser explotados durante un lapso mayor antes que cayeran muertos.

Imagen: http://jpfo.org

Asimismo, existen testimonios conmovedores de quienes  sobrevivieron a los campos de exterminio, como el de una joven de 14 años que cuenta que la travesía en tren fue una tortura, pero sólo fue «el principio del infierno».

La compilación de estos testigos, cartas, poemas, pinturas y objetos de uso cotidiano, señala un motivo en específico: deshumanizar a los detenidos hasta quebrar su voluntad, hacer de ellos máquinas de trabajo hasta su muerte o su suicidio.

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