Lado B
Crónica de una calle de contrastes y desencuentros
La tradición y lo marginal dividen la 6 ote-pte, en pleno centro histórico de Puebla
Por Lado B @ladobemx
03 de noviembre, 2011
Comparte

Flor Coca Santilllana

@florecitacoca

Ahora que recorrí una vez más la 6 poniente–oriente, en el centro histórico de Puebla, me vinieron a la mente muchos recuerdos y tristezas. En esa calle, casi en la esquina de la 5 Norte, vivía uno de nuestros compañeros de la Facultad, un hombre brillante, admirado y respetado, ya que además de ser un excelente estudiante, era el prospecto más sólido de un revolucionario. Éramos muy jóvenes y los finales de la década de los setenta se nos venían encima. Recuerdo algunas noches que pasamos discutiendo acerca del marxismo en su pequeñísimo departamento de esa vecindad de la 6 poniente y al calor de unas cervezas y él de sus tequilas, nos hablaba de su país, Nicaragua y de cómo iba a participar en la revolución sandinista para tumbar al dictador Anastacio “Tacho Somoza”.

No cabe duda, la división no es sólo por los puntos cardinales; este–oeste o para ubicarnos mejor, oriente–poniente. Es entre la pobreza, la marginalidad, lo feo, y entre el Progreso, como el nombre del colegio ubicado en el exconvento de Santa Clara, la limpieza, lo hermoso.

Dividida físicamente por el exmercado de la Victoria, fundado en 1910, en la presidencia de Porfirio Díaz, la 6 oriente–poniente es una de las calles emblemáticas del centro histórico de Puebla.

Del lado poniente, es decir, de 5 de mayo hacia la 11 norte, una gran cantidad de comercios que te venden zapatos, vestidos de fiesta, teléfonos celulares, bolsas y un sinfín de artículos baratos. No podían faltar las fondas y los puestos de zaguán que venden antojitos, como el de Carmelita Caballero, que nos cuenta: “este puesto lo heredé de mi abuelita que se llama Julia Hernández, ella lo atendido 80 años, ahora tiene 97 y yo 26 de trabajar aquí”. La vecindad está en la 6 poniente 319.

¿Y hay muchas personas en las noches? pregunto. “No, a partir de las 8 de la noche, estas calles están desiertas. Bueno, no todas, nos dice con una sonrisa. Más adelante hay muchos clientes, pero eso es en la 9 norte, aquí sólo somos comerciantes”.

En estas calles las casas son pobres, deterioradas, ruinosas, como el pobre hotel, el Sevilla, entre la 9 y 11 norte, en el que las “muchachas alegres” venden no caro su amor, como escribió el maestro Lara, sino barato, como lo amerita el lugar.

Del otro lado del exmercado y ahora centro comercial, los ojos se nos llenan con las vitrinas llenas de dulces de Santa Clara: tortitas de Santa Clara, camotes, borrachitos, macarrones, reinas de coco, marinas de piñón y de nuez, nubias, picones, limones, cocadas de horno, entre otros, en los comercios que pueblan la zona.

Muchos extranjeros vienen a esta zona, por los dulces, nos dice Susan Lesney, vendedora de la Flor de Santa Clara. “Pues yo creo que vendemos más o menos 30 cajas de dulces diariamente”.

A unos pasos, la casa que recuerda el heroísmo de los Hermanos Serdán: Aquiles, Carmen y Máximo, y que aquel lejanísimo 18 de noviembre de 1910, comenzaron la revolución mexicana.

Vuelvo a andar las calles y dos dudas no me dejan seguir tranquila.

Una, por qué Roger Miranda, nicaragüense, traicionó a sus compatriotas y se hizo agente de la CIA.

La otra, es: ¿ante tanta pobreza, maltrato y vejaciones, en que lugar de su corazón, esas muchachas de la 6, guardarán su alegría?

Octubre de 2011

Comparte
Autor Lado B
Lado B
Información, noticias, investigación y profundidad, acá no somos columnistas, somos periodistas. Contamos la otra parte de la historia. Contáctanos : info@ladobe.com.mx
Suscripcion