La interpretación histórico-cultural de las características biológicas y psicológicas que ofrecen los sistemas ideológicos patriarcales tiene especial incidencia sobre el cuerpo de las mujeres, por cuanto en la construcción de sus arquetipos, lo femenino se asocia con lo material, sometido a las leyes de la naturaleza, y caracterizado por la debilidad y la pasividad.

Muchos de estos conceptos se han interiorizado profundamente en las nociones del deber ser de la mujer, e incluso en la obligación de tener que soportar. Y es que el gran problema estriba no sólo en categorías, si no en la afectación y las consecuencias de un problema: La deshumanización del amor a través del cuerpo herido y ultrajado.

La metáfora de la muñeca reutilizable y canjeable al servicio del abuso de poder; o la legitimación de la violencia dentro de la institución de la familia, son algunas de las ideas que se reflexionan en el presente trabajo. El miedo queda sobreexpuesto en la utilería de los objetos.

Ese ente corpóreo amancillado por el deseo de poseer acosta del individuo y su designio. Porque no hay diferencia en lo que representa la cosa-objeto utilizado, y el cuerpo-ente corrompido.

La distinción es sutil, casi imperceptible hasta que el eco del dolor transforma la materia-cuerpo, que aturdido y atravesado, no hace más que gemir en una realidad devastada por su crimen.