Lado B
Kurt Cobain, el último suspiro del rock
 
Por Lado B @ladobemx
29 de julio, 2011
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El Espacio del Mono.

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Demasiado se ha dicho acerca del penúltimo miembro de este club, Kurt Cobain. Poco hay que aportar acerca del suicidio y carrera del líder de Nirvana, la banda más representativa del movimiento grunge de principios de los noventa.

Dejaremos que sean las palabras del escritor y crítico de rock, Chuck Klosterman, las que definan a Cobain. Lo siguiente es un fragmento de la novela Pégate un tiro para sobrevivir:

La vida y muerte de Kurt Cobain ha sido (prácticamente sin competencia alguna) el suceso más tristemente recordado de mi época. Es normal que la muerte de alguien cambie el modo en que se percibía a ese personaje famoso, pero la situación con Kurt Cobain es más complicada. En este caso, la muerte de un personaje famoso hizo que muchos ciudadanos de a pie -incluidos muchos que no tenían nada que ver en absoluto con Kurt ni Seattle ni el grunge ni siquiera con la música popular- de repente pensasen en ellos mismos de un modo diferente. Kurt Cobain no tuvo que morir para mantener su integridad, pues ya hacía gala de ella. Sin embargo, su muerte le aportó a mucha gente un sentido de la integridad que nunca habían deseado tener mientras él estuvo vivo.

¿Recuerdo el día exacto en que el electricista de Cobain le encontró muerto? Supongo que sí. Kurt Loder fue el encargado de dar la noticia en MTV, y la repitió cada seis minutos más o menos. A todo el mundo le sorprendió pero no todos se sintieron conmovidos. (…)

Recuerdo que se especuló mucho sobre la cantidad de suicidios calcados al de Cobain que iban a tener lugar en los días siguientes (una cifra que oscilaba entre dos y 68, según los detalles de la teoría de la conspiración que eligieses creer). Fue triste, pero todo el mundo parecía opinar más o menos lo mismo. Andy Roney fue al programa 60 minutes y en pocas palabras vino a decir que Cobain era un degenerado que merecía morir, peor lo único que consiguió fue que pensásemos que Andy Roney era retrasado mental (en pocas palabras).

Los que yo recuerdo con más claridad son los meses previos al suicidio de Kurt y a veces me da la impresión de ser el único que tiene memoria. Lo que yo recuerdo es que la gente atacaba a Cobain a la mínima oportunidad. Todo el mundo había comprado In Utero el otoño anterior, pero había gustado a pocos. El consenso general entre la gente era que el Vs. de Pearl Jam era un poco mejor. Lo que más destacan los historiadores de la música pop cuando hablan de Nirvana es lo siguiente: no parecen haberlo admitido nunca, pero en la primavera de 1994, los Pearl Jam eran mucho más populares. De lejos. La semana de su lanzamiento, el álbum Vs. vendió más de 900 mil copias, un récord de siete días que parecía imbatible en aquella época. Se decía que Pearl Jam era la banda de la gente y que Nirvana odiaba a la gente que los seguían. Nirvana fue retirado de la programación del festival Lollapalooza de 1994, y todos culparon de ellos a Kurt (excepto los entendidos, que culparon a su esposa). Se hicieron muchos chistes cuando Kurt estuvo a punto de suicidarse en Roma. Los chavales se sintieron confundidos e insultados por la nota introductoria de Insesticide, donde Kurt expresaba lo mucho que le fastidiaba la gente fuera de onda a la que le gustaban sus canciones. La opinión generalizada era que Kurt Cobain era un quejica demasiado egocéntrico y que si odiaba ser famoso lo único que tenía que hacer era desaparecer para siempre.

Eso fue lo que hizo. Y entonces, de inmediato, todo cambio para todo el mundo. (…)

Entonces Kurt se suicidó. Y no tardó en ponerse en marcha el mecanismo opuesto. Poco a poco, el recuerdo de Cobain evolucionó. La gente a la que no parecía haberle afectado demasiado su muerte empezó a afirmar que estaba empezando a recuperarse del trago semanas después de su muerte. El recuerdo de la reciente reacción adversa contra Nirvana desapareció por completo. De repente, Nirvana había sido siempre la banda favorita de todo el mundo. Nevermind pasó de ser una más de las bandas sonoras de los noventa a convertirse en una experiencia en su totalidad. Kurt Cobain no sólo había sido el autor de una música importante desde el punto de vista cultural, de repente había sido creador de una cultura. Su muerte se convirtió en el cajón de sastre para todo aquel que pretendía dotar de profundidad a su periodo adolescente: era posible adquirir credibilidad por el mero hecho de llorarle en retrospectiva.

El Club 27

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