La política es uno de los temas que menos le importan al ciudadano. Y en nuestro país tiene mucho sentido. La discusión de la reforma electoral que se lleva a cabo en Puebla, en el Congreso, es un buen ejemplo. A la gente en realidad no le importa el tema. Ni lo conoce. Ni le interesa conocerlo.

¿A quién le importa la reforma? Al gobierno y a los políticos. ¿A quién beneficia la reforma? Al gobierno y a los políticos. En un marco ideal ese beneficio bajaría hasta los ciudadanos. Esa es la idea. Que los diputados se esfuercen, se enojen, hagan cabildeo, negocien, discutan, argumenten, analicen hasta el cansancio cada coma para que la reforma sea en beneficio suyo, sí, pero también nuestro, de todos, de la sociedad.

Este sería un buen momento para que los señores y las señoras de las curules salieran a dar cuentas, que nos expliquen por qué van a votar lo que van a votar, en respuesta a qué necesidad de la comunidad que representan.

Mientras tanto, un niño yace en una cama de hospital sin saber que ha quedado mutilado, y sus padres hacen cuentas con un cheque de 6 mi pesos en las manos. Mientras tanto asaltan un Oxxo en San Pedro Cholula y la policía tarda más de una hora en llegar. Mientras tanto se manifiestan en Chiautzingo contra el presidente municipal… Y las instituciones públicas de salud acuerdan hacer una serie de acciones para reducir la muerte materna, acciones de por sí previstas en la ley para su cumplimiento.

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Es un placer para nosotros anunciar que a partir de esta semana, contaremos con dos colaboraciones mensuales del Grupo 72 de Amnistía Internacional (fanfarrias). Agradecemos la confianza hacia este proyecto.

Y aún hay más (Raúl Velasco dixit), pero los dejamos en suspenso…